El Arzobispo de Corrientes (Argentina), Mons. Domingo Salvador Castagna, denunció durante un reciente programa radial la existencia de personas que se denominan católicas, pero que combaten contra la recta doctrina de la Iglesia.
Según explicó el Prelado argentino, se trata de “un combate encarnizado contra los principios esenciales de la doctrina católica” que “ha cobrado una inexplicable publicidad”, y señaló que “con la excusa falaz de que las enseñanzas tradicionales de la Iglesia constituyen opiniones controvertibles de sus Pastores, muchos que se dicen ‘católicos, apostólicos y romanos’ se oponen a ellas y se declaran eximidos de su obligatoriedad”.
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“Nada más engañoso y de trágicas consecuencias para la honestidad de las personas y de las comunidades”, dijo Mons. Castagna en su alocución radial; e indicó que “siempre es el momento, lo es de manera más urgente ahora, de expulsar definitivamente de nuestras vidas la intriga y la mentira”.
“No me refiero a las que cometen otros con nosotros, sino a las intrigas que guardamos en simuladores prolijos y que rigen hasta nuestros más recónditos pensamientos. Jesús insiste en la transparencia y la verdad”, aclaró el Prelado correntino.
“El fariseísmo –advirtió–, que estigmatiza el Señor con gran severidad, constituye un estado de hipocresía que todo lo distorsiona y enferma. El fariseísmo, contemporáneo de Jesús, es históricamente reeditado en otras circunstancias y revela la misma causa: la anidación del pecado en el corazón del hombre”.
“Todos tenemos algo de ese fariseísmo y luchamos, con la ayuda de Dios, por arribar a la conversión y a la santidad”, alertó.
Mons. Castagna consideró que “es urgente que el Evangelio mantenga audible la Palabra de Dios y ofrezca hoy la oportunidad de vencer el mal con el bien y de lograr que nuevos y numerosos convertidos se comporten cristianamente” y reiteró que “comportarse como cristianos conlleva un ejercicio indisimulable de las virtudes cristianas. Incluye el conocimiento de la doctrina como el Catecismo de la Iglesia Católica, y su valiente exposición en las circunstancias más adversas. Se requiere que Jesús, en su encuentro con cada uno de nosotros, infunda su Espíritu”.
El Arzobispo señaló que “los escándalos generados en cristianos confesos, hasta especialmente consagrados, indican la ausencia del Espíritu de Pentecostés. No someterse al Santo Espíritu es rechazar a Cristo que lo otorga”.