Después de décadas de criticar a la Iglesia Católica indirectamente a través de medios afines, la poderosa masonería mexicana atacó directamente a los obispos católicos acusándolos de pretender “controlar” la política mexicana por reclamar el derecho a la educación y la información.
La antigua Constitución mexicana, por influencia masónica, retiró a la Iglesia el derecho a tener escuelas y a poseer medios de comunicación. Recientemente, los obispos mexicanos anunciaron que iniciarán una campaña para obtener el reconocimiento del derecho a dirigir escuelas y poseer medios informativos.
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La Gran Logia del Valle de México, que reúne a unos doce mil masones, reaccionó a la propuesta convocando a una rueda de prensa, en la que su Gran Maestro, Pedro Márquez, acusó a la Iglesia de pretender “volver al pasado”.
“Los jerarcas católicos quieren dictar una línea política y eso es un gravísimo error, pues nuestra sociedad ya no está en la época de la cristiada y los curas ya no son los virreyes de la Nueva España”, dijo Márquez.
“Hay una tendencia de la Iglesia a inmiscuirse en los asuntos sociales y políticos de México, pero los curas deben regresar a sus iglesias”, agregó.
La masonería mexicana tuvo un papel decisivo en la configuración del estado mexicano y en medidas políticas como la prohibición a la Iglesia de poseer escuelas o medios de comunicación, la suspensión del derecho al voto a sacerdotes y religiosos y la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Esta política anticlerical se mantuvo sin cambios durante la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), dominado por los masones, que gobernó ininterrumpidamente el país desde 1929 hasta 2000.
El Episcopado, junto con el Colegio de Abogados Católicos, tiene la intención de presentar al Congreso mexicano una propuesta para modificar la ley que consideran “discriminatoria y anticuada”.