El debate sobre la correcta interpretación del Concilio Vaticano II ha vuelto a ser abierto por los recientes juicios sobre el post concilio expresados por el Papa Benedicto XVI durante su encuentro con los sacerdotes de Cadore, donde días atrás el Pontífice transcurrió unos días de vacaciones.
Así lo señala Sandro Magister, vaticanista del semanario italiano L’Espresso, quien en su página web comenta recientemente la reacción al discurso del Santo Padre del historiador norteamericano Joseph A. Komonchak, sacerdote de la Arquidiócesis de Nueva York y docente de la Catholic University of America.
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El P. Komonchak es además responsable de la edición en inglés de los cinco volúmenes de la controvertida “Historia del Concilio Vaticano II”, producida por la llamada “Escuela de Bologna”, fundada en Italia por el P. Giuseppe Dossetti y Giuseppe Alberigo.
La Escuela de Bologna es la promotora de la tesis según la cual el Concilio Vaticano II no es un “documento acabado”, sino que contiene un “espíritu en constante evolución” que va más allá de los mismos documentos conciliares y que puede ser reinterpretado libremente para incluir elementos, por ejemplo, como la ordenación femenina o los sacerdotes casados.
Durante su diálogo con los sacerdotes de la región del Cadore, el Papa rechazó la interpretación “dinámica” del Concilio con estas palabras: “Una parte (de la Iglesia) identificaba esta nueva revolución cultural marxista con la voluntad del Concilio. Decía: éste es el Concilio; en la letra y textos son todavía un poco anticuados, pero detrás de las palabras escritas está este ‘espíritu’, ésta es la voluntad del Concilio, así debemos proceder. Y por otra parte, naturalmente, la reacción: así están destruyendo la Iglesia. La reacción –digamos– absoluta contra el Concilio, la anticonciliaridad, y –digamos– la tímida, humilde búsqueda de cómo realizar el verdadero espíritu del concilio. Es como dice un proverbio: ‘si se cae un árbol hace mucho ruido, si crece una selva no se escucha nada’, durante estos grandes rumores del progresismo equivocado y del anticonciliarismo absoluto, crecía muy silenciosamente, con tanto sufrimiento y también con tantas pérdidas en la construcción de un nuevo pasaje cultural, el camino de la Iglesia”.
Según explica Magister en su página web, Komonchak ha querido defender la interpretación “dinámica” del Concilio basándose en el discurso del Papa a la curia romana del 22 de diciembre 2005, mediante una larga intervención en la página web de Commonweal, la revista que el vaticanista describe como de “los católicos progresistas cultos” en los Estados Unidos.
Según Magister “con su análisis Komonchak ha finalmente roto el largo silencio con el que la ‘Escuela de Bologna’ –a la que él se adhiere– ha reaccionado a las críticas formuladas por el Papa Benedicto XVI contra su interpretación del Vaticano II”.
Komonchak, dice el vaticanista de L’Espresso, se cuida de contraponerse al Papa y por el contrario, trata de atraerlo a la propia posición.
“Incluir a Joseph Ratzinger en la escuela de Bologna es una operación valiente” ironiza Magister. “Komonchak –sigue Magister– la realiza con sutileza, separando a Ratzinger de los supuestos ‘ratzingerianos’ y sostiene que, con el discurso a la curia del 22 de diciembre de 2005, Benedicto XVI “ha desilusionado a quien esperaba una crítica a los cinco volúmenes de la Historia del Vaticano II hecha por Alberigo”.
Pero el argumento fundamental de Komonchak es en realidad la promesa de un artículo que publicará próximamente en la revista de la Escuela de Bologna “Cristianesimo nella storia” Giuseppe Ruggieri, en la que se sostendrá que las críticas contra la interpretación “dinámica” del Concilio del Cardenal Camillo Ruini, Vicario del Papa para la Ciudad de Roma y hasta hace poco Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en realidad no son tales.
Magister sostiene que la tarea de Ruggieri de “demostrar” que el Cardenal Ruini, al igual que el Papa Benedicto, no dice lo que dice sobre esta controvertida escuela de interpretación del Concilio, será titánica.
La intepretación del Concilio como ruptura y nuevo inicio está llegando a su fin una nueva reconstrucción del Vaticano II