El Arzobispo de La Habana, Cardenal Jaime Ortega, afirmó durante la Misa de clausura de la 31º Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que a partir de la V Conferencia General se ha inaugurado una etapa evangelizadora en la que como discípulos aceptamos los riesgos que trae anunciar el Evangelio a un mundo donde impera una “ideología subjetivista y relativista”.
“Debemos aceptar el código riesgoso del discipulado –expresó–. No podemos volver la vista atrás ni mirar hacia otros sitios, las situaciones de cristiandad, de Iglesia instalada, aceptada y escuchada con reverencia no existen ya en ningún lugar. Es el momento de dejar falsas seguridades para partir en misión”.
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En ese sentido, el Purpurado indicó que la reunión de Aparecida, en Brasil, no fue “para hacer declaraciones contundentes” o para mostrar “algún poder religioso, social o político”; sino para reconocernos discípulos de Jesucristo enviados para que nuestros pueblos en Él tengan vida.
En Aparecida se “analizó situaciones realmente difíciles que pueden hallar los discípulos de Cristo al desplegar su misión. Los lobos rapaces a los que se refiere Jesús cercan siempre el rebaño del Señor y pueden cambiar su pelaje según las épocas, pero permanecen esencialmente los mismos”, advirtió, e indicó que la Iglesia siempre lidiará contra persecuciones y situaciones violentas, incluso con “la cuota de mártires” presente en varios lugares del mundo.
Explicó que ya no existe tanto una lucha frontal contra la Iglesia, sino más bien el intento por horadar la cultura cristiana y sustituir una concepción del mundo basada en la ley natural “por un extraño código de derechos”, que ataca la vida y la familia bajo una mal llamada “libertad de elegir”.
“Todo ese entramado adicional de corte subjetivista y relativista, recomendado o impulsado por ciertos centros de poder, viene a superponerse en nuestros países a los problemas propios y no resueltos de nuestros pueblos”, denunció.
“La situación difícil u hostil que Jesús describió a sus discípulos para la realización de su misión presenta hoy este rostro”, explicó el Cardenal Ortega; sin embargo, afirmó que también permanece válida la recomendación pastoral de actuar “con la cautela de la serpiente y con la mansedumbre de las palomas”.
Despertar la concienciaAnte este “mutismo ético del pensamiento actual –afirmó en su homilía-, la Iglesia Católica emerge como voz que clama en el desierto” para alertar y despertar la conciencia del hombre de hoy porque, “si el laicismo a ultranza saca a Dios (...), las decisiones humanas pueden quedar a la deriva, sin referencia ética, pues la ética se debilita al perder su sustentación trascendente cuando se excluye a Dios”.
En ese sentido, afirmó que el documento final de Aparecida “pone en pie de misión a la Iglesia toda” y exhorta a los católicos “a partir como Abraham, dejando seguridades”; y a “ponerse en marcha como Jacob, desinstalándonos”; para dar a los pueblos esa vida abundante que Cristo “alcanzó para nosotros con su muerte de Cruz”.
Nadie puede reemplazamos en esta tarea