Esta mañana el Papa Benedicto XVI recibió a los obispos de la Conferencia Episcopal de Puerto Rico y en su discurso los alentó a la unión para dar testimonio y alentar a los laicos a ordenar las realidades temporales según la voluntad de Dios.
“Los fieles católicos, que están llamados a ocuparse de las realidades temporales para ordenarlas según la voluntad divina, han de ser testigos valientes de su fe en los diferentes ámbitos de la vida pública”, dijo el Santo Padre a los obispos que se encuentran en Roma con ocasión de su visita "Ad Limina Apostolorum".
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El Papa los invitó a permanecer “unidos para hacer más palpable la presencia del Señor entre los hombres a través de iniciativas pastorales conjuntas y que respondan mejor a las nuevas realidades” frente a los cambios “en el ámbito social, económico y también religioso” que han dado lugar “a la indiferencia religiosa y a un cierto relativismo moral, que influyen en la práctica cristiana y que, indirectamente, afecta también a las estructuras de la misma sociedad”.
“En la propia diócesis estáis llamados a vivir y dar testimonio de la unidad querida por Cristo para su Iglesia. Por otra parte, las eventuales diferencias de costumbres y tradiciones locales, lejos de amenazar esta unidad, contribuyen a enriquecerla desde la fe común”, agregó el Pontífice.
El Santo Padre destacó también la importancia de la formación de los sacerdotes, pues estos “están en la primera línea de la evangelización y necesitan de manera especial vuestro cuidado y cercanía personal” en una relación que “no ha de ser sólo institucional, sino que, como verdaderos hijos, amigos y hermanos vuestros, debe estar animada sobre todo por la caridad”.
Asimismo recordó que los sacerdotes “deben recordar que, ante todo, son hombres de Dios y, por eso, han de cuidar su vida espiritual y su formación permanente. Toda su labor ministerial ‘debe comenzar efectivamente con la oración’, como dice san Alberto Magno”.
“Respecto a la formación de los candidatos al sacerdocio, el Obispo ha de poner suma atención en elegir a los educadores más idóneos y mejor preparados para esta misión” agregó el Papa.
También citó los problemas del “laicismo que lleva gradualmente al desprecio o a la ignorancia de lo sacro, relegando la fe a la esfera de lo meramente privado”, y de “la familia, que se ve asediada por tantas insidias del mundo moderno, como son el materialismo imperante, la búsqueda del placer inmediato, la falta de estabilidad y de fidelidad en la pareja, influenciada continuamente por los medios de comunicación”.
Finalmente, el Pontífice acentuó la importancia de la formación en la fe, en particular en la juventud que “desde el inicio de su proceso formative” debe “ser educada en la fe y en las sanas costumbres. Por eso la educación integral de los más jóvenes no puede prescindir de la enseñanza religiosa también en la escuela. Una sólida formación religiosa será, pues, una protección eficaz ante el avance de las sectas o de otros grupos religiosos de amplia difusión actual”.