"Esta Basílica, que ha visto eventos de profundo significado ecuménico, nos recuerda que es importante rezar juntos para implorar al don de la unidad, aquella unidad por la que San Pedro y San Pablo han dedicado su existencia hasta el supremo sacrificio de la sangre", dijo el Papa Benedicto XVI durante su homilía de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo celebradas en la Basílica de San Pablo de Extramuros en Roma.
Antes de iniciar su reflexión, el Papa saludó a la delegación llegada del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, encabezada por el Metropolita Emmanuel Gennadios y enviada por Bartolomé I, que saluda así la presencia de la delegación de la Santa Sede en Estambul con ocasión de la fiesta de San Andrés. "Estos encuentros e iniciativas no constituyen simplemente un intercambio de cortesías entre iglesias, sino que quieren expresar el esfuerzo común por hacer todo lo posible para que llegue el tiempo de la plena comunión entre el Oriente y el Occidente cristianos", manifestó el Papa.
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El Papa instó a tomar en cuenta la dimensión ecuménica de San Pablo, dado que "el Apóstol de Gentes, particularmente empeñado en portar la Buena Nueva a todos los pueblos, se ha prodigado totalmente por la unidad y la concordia de todos los cristianos".
Seguidamente, el Pontífice señaló que "como la mítica dupla de los hermanos Rómulo y Remo, a quienes se les atribuye el nacimiento de Roma, asimismo Pedro y Pablo fueron considerados fundadores de la Iglesia de Roma".
"Por cuanto humanamente distintos uno del otro, es claro que la relación entre ellos no estuvo exenta de tensiones, Pedro y Pablo aparecen entonces como los iniciadores de una nueva ciudad, como concretización de un modo nuevo y auténtico de ser hermanos", prosiguió el Papa y aseguró que "hoy la Iglesia de Roma celebra el día de su nacimiento, ya que los dos apóstoles pusieron en ella su fundamento. Y de ese modo hoy Roma advierte con más sabiduría cuál es su misión y su grandeza".
El Santo Padre recordó que Pablo era "todo menos un hábil orador" y pese a ello "el éxito de su apostolado depende sobre todo de un convencimiento personal en el anuncio del Evangelio con total decisión por Cristo, decisión que no teme riesgos, dificultades o persecuciones", lo que constituye "una lección muy importante para cada cristiano".
"La acción de la Iglesia es creíble y eficaz solo en la medida en que quienes hacen parte de ella están dispuestos a pagar en persona su fidelidad a Cristo, en toda situación. En donde falta tal disponibilidad, viene a menos el argumento decisivo de la verdad de la que la Iglesia misma depende", precisó Benedicto XVI. "También hoy Cristo necesita de apóstoles prontos a sacrificarse a sí mismo. Necesita testimonios y mártires como San Pablo", añadió.