El Obispo de San Cristóbal, Mons. Mario Moronta, recordó a los feligreses que seguir a Jesús es aceptar el reto de vivir en el mundo sin ser de éste, manteniendo una coherencia de vida que ayude a continuar la obra del Señor, que es "predicar su Palabra y construir el reino de justicia y de paz".
Durante la Misa dominical, el Prelado recordó que estamos llamados a ser "sal de la tierra y luz del mundo" y por lo tanto a no ser indiferentes o conformistas, sino a "llenar a la sociedad con el sabor de las cosas de Cristo". "No olvidemos que Cristo ha hecho de los cristianos hijos de la luz, para que con su brillo puedan ser capaces de acabar con las tinieblas y las sombras que oscurecen la existencia de muchos seres humanos", señaló.
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Esto, explicó el Prelado, "nos lleva a otra consecuencia: quien sigue a Jesús, lo conoce y entra en estrecha vinculación con Él, no se queda quieto. Se convierte en testigo y, con sus palabras, con sus acciones, pero sobre todo con su propia existencia, es capaz de darlo a conocer" y añadió que este imperativo es más fuerte hoy, dadas las incertidumbres del momento actual y "las claras tendencias al secularismo y al relativismo moral".
El Obispo venezolano dijo que seguir a Jesús no significa ser un mero simpatizante, sino adecuar la propia existencia a los criterios que el Señor enseña en el Evangelio. "Además de conocerlo intelectualmente, debe darse una profunda conexión con el Señor. Es un conocimiento vivencial", indicó.
"Por su testimonio de vida, el creyente no sólo da a conocer al Señor, sino que su propia vida será una continua invitación a que también lo sigan y lo hagan suyo", afirmó.