En dos distintos encuentros sostenidos esta mañana, con el Mar Dinkha IV, Patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente y luego con la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO), el Papa Benedicto XVI lanzó un angustioso llamado por la sobrevivencia de los cristianos en el Oriente Medio.
Hablando al líder de la Iglesia Asiria, con la que la Iglesia Católica se encuentra en intenso diálogo ecuménico, el Pontífice recordó que ésta “está arraigada en tierras antiguas cuyos nombres están asociados con la historia del plan salvífico de Dios”; pero que hoy “trágicamente, los cristianos en esta región sufren tanto material como espiritualmente”.
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“En particular en Irak, la patria de tantos fieles asirios, las familias y comunidades cristianas sienten la presión creciente de la inseguridad, la agresión y el abandono. Muchos de ellos no ven ninguna otra posibilidad que dejar el país y buscar un nuevo futuro en el extranjero”, agregó el Papa.
“Estas dificultades son para mí fuente de gran preocupación”, dijo Benedicto XVI y expresó su “solidaridad a los pastores y fieles de las comunidades cristianas que permanecen allí, a menudo al precio de sacrificios heroicos”.
Posteriormente, con los miembros de ROACO, el Santo Padre compartió “la pena y la preocupación por la delicada situación en la que se hallan vastas áreas de Oriente Medio”.
El Papa afirmó que “la debilidad de la paz se agudiza ulteriormente con motivo de injusticias antiguas y nuevas. De esta manera se apaga, dando espacio a la violencia, que a menudo degenera en guerra más o menos declarada hasta constituir, como en nuestros días, un urgente problema internacional”.
Benedicto XVI lanzó un urgente llamado “al corazón de aquellos que tienen responsabilidades específicas para que adhieran al grave deber de garantizar la paz a todos, indistintamente, liberándola de la enfermedad mortal de la discriminación religiosa, cultural, histórica o geográfica”.
El Papa aseguró una vez más que “Tierra Santa, Irak y Líbano están presentes, con la urgencia y la constancia que merecen, en la oración y en la acción de la Sede Apostólica y de toda la Iglesia”.
El Santo Padre renovó especialmente a Su Beatitud Emmanuel III Delly, Patriarca de Babilonia de los Caldeos, presente en la audiencia, “el pésame por el bárbaro asesinato de un sacerdote y de tres subdiáconos al final de la liturgia dominical del pasado 3 de junio en Irak”.