El Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, que preside el Cardenal Renato Martino, dio a conocer hoy el documento “Orientaciones para la pastoral de la carretera” a través del cual busca ofrecer lineamientos para la pastoral de los usuarios de la carretera, la liberación de las mujeres de la calle, los niños de la calle y para las personas “sin techo”.
Durante la presentación el Cardenal Martino señaló que el objetivo del texto es “orientar y crear una coordinación entre todas las realidades eclesiales en el mundo de la carretera, y alentar y estimular a las conferencias episcopales de los países en los que no existe esta pastoral para que la organicen”.
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El Purpurado señaló que Iglesia y Estado, cada uno en su ámbito, deben contribuir para “crear una conciencia general y pública por lo que concierne a la seguridad vial y promover, con todos los medios, una educación adecuada de los conductores, los que viajan y los peatones”.
La Iglesia, explicó, “propone la formación religiosa de los automovilistas, camioneros, pasajeros y de los que están ligados en cualquier modo a la carretera y a la ferrovía”.
Contra la explotación de mujeres y niños
Posteriormente, el Arzobispo Agostino Marchetto, Secretario del dicasterio, explicó que para la liberación de las mujeres de la calle es importante “conocer los factores que empujan a las mujeres a la prostitución, las estrategias de los intermediarios y explotadores para someterlas a su dominio, las pistas de los movimientos de los países de origen a los de destino y las respuestas institucionales para afrontar el problema”.
“La Iglesia –explicó el Prelado– tiene la responsabilidad pastoral de defender y promover la dignidad humana de las personas explotadas a través de la prostitución y de perorar su liberación facilitando para ese fin una ayuda económica, educativa y formativa”.
Además, “debe denunciar proféticamente las injusticias y violencias perpetradas contra las mujeres de la calle e invitar a las personas de buena voluntad a comprometerse en la defensa de su dignidad humana, acabando con la explotación sexual”, agregó Mons. Marchetto.
Respecto de los niños que trabajan en la calle, el Prelado explicó que “se trata de un fenómeno de amplitud inimaginable” que atañe, según las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo, a 150 millones de niños, y entre cuyas causas están “la creciente disgregación de las familias, la inmigración que desarraiga del contexto de vida habitual y desorienta y las condiciones de pobreza y miseria”.
Mons. Marchetto explicó que en este campo, los católicos deben pasar “de una pastoral de la espera a una pastoral de la acogida, encontrando a los jóvenes en sus lugares de reunión, en las calles y en las zonas más calientes de nuestras metrópolis”.
“Generalmente –advirtió el Arzobispo– se mira con desconfianza y sospecha a los que viven en la calle”. “El hecho de no tener una casa es el principio de una pérdida progresiva de los derechos. Se transforman así en una multitud de personas sin voz ni nombre, incapaces de defenderse y encontrar recursos para mejorar su futuro”, explicó.
Aunque aún son insuficientes, existen generosas respuestas pastorales por parte de las parroquias, organizaciones católicas, movimientos eclesiales y nuevas comunidades, constató el Secretario.
dando lugar a iniciativas generosas de solidaridad