Al inaugurar el lunes por la noche en la Basílica de San Juan de Letrán el Congreso de la Diócesis de Roma titulado “Jesús es el Señor. Educar en la fe, el discipulado y el testimonio”, el Papa Benedicto XVI urgió a responder al creciente relativismo con una sólida formación en la fe y los valores.
El Pontífice fue recibido por el Vicario para la Ciudad de Roma, el Cardenal Camillo Ruini, quien preside el Congreso que se llevará a cabo hasta el 14 de junio.
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Durante su vibrante discurso, el Pontífice denunció la existencia de una “emergencia educativa” que se ha hecho “inevitable en una sociedad y una cultura que hacen del relativismo su propio credo”.
El Pontífice advirtió que “la sana laicidad de la escuela, como de las demás instituciones del estado, no implica una cerrazón a la trascendencia ni una falsa neutralidad respecto de aquellos valores morales que se encuentran en la base de una autentica formación de la persona”.
“Cada obra educativa parece ser cada vez más ardua y precaria”, porque cada vez crece la dificultad para transmitir a los jóvenes “los valores-base de la existencia y de un recto comportamiento”, agregó el Santo Padre, al señalar que esta dificultad debe involucrar “a la escuela, la familia y cualquier otro organismo que se plantee fines educativos”.
El Papa señaló por ello que “la emergencia educativa es inevitable”, porque “en una sociedad y una cultura que demasiado frecuentemente hacen del relativismo el propio credo termina faltando la luz de la verdad y se termina por dudar de la bondad de la vida y de la validez de la relaciones y los compromisos que la constituyen”.
De esa forma, advirtió el Pontífice, “el relativismo se convierte en un dogma”, que hace imposible “transmitir de generación en generación algo válido”; y así la educación “tiende a reducirse a la transmisión de determinadas habilidades, o capacidades de hacer, mientras se busca apagar el deseo de felicidad de las nuevas generaciones, colmándolas de objetos de consumo y de gratificaciones efímeras”.
Ante ello, denunció el Santo Padre, padres y profesores “se sienten tentados de abdicar a sus propias tareas educativas y de no comprender siquiera cuál es su propio papel o la misión confiada a ellos”.
Benedicto XVI observó que, tanto de parte de los “padres preocupados y frecuentemente angustiados por el futuro de sus hijos”, como de parte de los profesores y la sociedad en su conjunto “crece la exigencia de una educación autentica y el redescubrimiento de educadores que sean verdaderamente tales”.
Y por esto, añadió el Santo Padre, la Iglesia, educando en la fe y los valores, hace una contribución “para sacar a la sociedad en la que vivimos de la crisis educativa que la aflige, poniendo un freno a la desconfianza y a aquel extraño odio de sí que parece haberse convertido en una característica de nuestra civilización”.
Los medios de comunicación y la educación
El Papa advirtió además que los grandes medios de comunicación “se inspiran en una mentalidad y cultura caracterizadas por el relativismo, el consumismo y una falsa y destructiva exaltación, o mejor profanación, del cuerpo y de la sexualidad”.
De esta manera, los mensajes “emitidos por los grandes medios de comunicación”, siguió el Pontífice, “influyen en la educación y la formación de la persona, hoy más que en el pasado”.
Come creyentes, observó hacia el final de su discurso, “no podemos desinteresarnos de la compleja orientación de la sociedad a la que pertenecemos, de las tendencias que la animan y de los influjos positivos o negativos que ella ejerce sobre la formación de las nuevas generaciones”.
Finalmente, respecto de los jóvenes, el Santo Padre subrayó la importancia del compromiso “educativo y cultural de la comunidad de creyentes como un servicio inestimable hacia el bien común y especialmente hacia los muchachos y jóvenes que se están formando y preparando para la vida”.