Al medio día de hoy, el Papa Benedicto XVI rezó el Ángelus Dominical con miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, y al recordar que en muchas partes del mundo se celebra hoy la fiesta del Corpus Christi, invitó a recuperar la práctica de la Adoración eucarística en el mundo.
El Santo Padre dijo que esta Solemnidad “nos invita a contemplar el sumo Misterio de nuestra fe: la Santísima Eucaristía, real presencia del Señor Jesús en el Sacramento del altar”.
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El Papa resaltó que “cada vez que el sacerdote renueva el sacrificio eucarístico, en la oración de consagración repite: ‘Este es mi cuerpo… esta es mi sangre’. Lo dice prestando su voz, sus manos y su corazón a Cristo, que ha querido permanecer con nosotros y ser el corazón de la Iglesia”.
También reflexionó sobre la relación intrínseca entra la celebración y la adoración pues “la Santa Misa es en efecto en sí misma el más grande acto de adoración de la Iglesia”, y citando a San Agustín recordó que “nadie come esta carne si antes no la ha adorado”.
“La adoración fuera de la Santa Misa prolonga e intensifica cuanto ha sucedido en la celebración litúrgica, y hace posible una acogida verdadera y profunda de Cristo”, agregó.
El Pontífice aprovechó también la oportunidad para “pedir vivamente a los Pastores y a todos los fieles la práctica de la adoración eucarística” y manifestó a sí mismo su “aprecio a los Institutos de Vida Consagrada, así como las asociaciones y confraternidades que se dedican en modo especial a la adoración: estas ofrecen a todos un llamado a la centralidad de Cristo en nuestra vida personal eclesial”.
Más adelante manifestó su alegría “al constatar que muchos jóvenes están descubriendo la belleza de la adoración, tanto personal como comunitaria” e invitó a los sacerdotes a “alentar estos grupos de jóvenes y seguirlos para que las formas de adoración comunitaria sean siempre apropiadas y dignas, con tiempos adecuados de silencios y de escucha de la Palabra de Dios”.
“Hoy en día –agregó el Papa- es muy importante recuperar la capacidad de silencio interior y de recogimiento: la adoración eucarística permite hacerlo no solamente en torno al ‘yo’ sino también en compañía de aquel ‘Tú’ pleno de amor que es Jesucristo”.
Finalmente el Papa indicó a María como modelo, quien con “su corazón, humilde y simple, estuvo siempre recogida en escucha atenta al misterio de Jesús, en quien adoraba la presencia real de Dios y de su Amor redentor”.