Al hablar de algunos campos prioritarios para América Latina en su discurso de la sesión inaugural de la V Conferencia General, el Papa Benedicto XVI mencionó la necesidad de defender a la familia, que los sacerdotes sean testimonio de Cristo así como también todos los religiosos; y puntualizó la importante labor de los laicos así como la necesidad de la pastoral juvenil y vocacional.
“La familia, ‘patrimonio de la humanidad’, constituye uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente”, precisó el Santo Padre.
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Sin embargo, denunció el Papa, “en la actualidad sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético, por los diversos flujos migratorios internos y externos, por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio que, al favorecer los anticonceptivos y el aborto, amenazan el futuro de los pueblos”.
“En algunas familias de América Latina persiste aún por desgracia una mentalidad machista, ignorando la novedad del cristianismo que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre”, continuó.
“La familia es insustituible para la serenidad personal y para la educación de los hijos”, dijo el Papa y alentó el apoyo del Estado para las madres que desean dedicarse al servicio de sus familias, pues el papel de ellas “es fundamental para el futuro de la sociedad”.
“El padre, por su parte, tiene el deber de ser verdaderamente padre, que ejerce su indispensable responsabilidad y colaboración en la educación de sus hijos. Los hijos, para su crecimiento integral, tienen el derecho de poder contar con el padre y la madre, para que cuiden de ellos y los acompañen hacia la plenitud de su vida”, dijo el Pontífice.
Al hablar luego de los sacerdotes, el Papa recordó que ellos “deben recibir de modo preferencial la atención y el cuidado paterno de sus obispos, pues son los primeros agentes de una auténtica renovación de la vida cristiana del Pueblo de Dios”.
“Si el sacerdote hace de Dios el fundamento y el centro de su vida, entonces experimentará la alegría y fecundidad de su vocación. El sacerdote debe ser antes que nada, un hombre de Dios; un hombre que conoce a Dios ‘de primera mano’, que cultiva una profunda amistad personal con Jesús”, dijo.
“Para cumplir –continuó el Papa– su altísima misión debe poseer una sólida estructura espiritual y vivir toda su existencia animado por la fe, la esperanza y la caridad. Tiene que ser, como Jesús, un hombre que procure, a través de la oración, el rostro y la voluntad de Dios, cultivando igualmente su preparación cultural e intelectual.
En referencia a los religiosos y consagrados, el Santo Padre los alentó a anunciar “a vuestros hermanos y hermanas que el Reino de Dios llegó, que la justicia y la verdad son posibles si nos abrimos a la presencia amorosa de Dios nuestro Padre, de Cristo nuestro Hermano y Señor, del Espíritu Santo nuestro Consolador”.
“Abrazad con profunda alegría vuestra consagración, que sea instrumento de santificación para ustedes y de redención para vuestros hermanos”exhortó el Papa e invitó a “todos para que colaboren siempre con los obispos, trabajando unidos a ellos que son los responsables de la pastoral. Os exhorto a una obediencia sincera a la autoridad de la Iglesia. No tengan otro ideal que no sea la santidad conforme a las enseñanzas de vuestros fundadores”.
A los laicos, también los instó a “tomar conciencia de que han sido configurados con Cristo Sacerdote, Profeta y Pastor, a través del sacerdocio común del Pueblo de Dios. Deben sentirse co-responsables de la construcción de la sociedad según los criterios del Evangelio, con entusiasmo y audacia, en comunión con sus pastores” y subrayó el papel de muchos fieles que pertenecen a movimientos eclesiales.
El Santo Padre también precisó que la vocación de los jóvenes es la de “ser amigos de Cristo, discípulos, centinelas de la mañana, como acostumbraba decir mi predecesor Juan Pablo II”. “Sean sensibles a la llamada de Cristo que os invita a seguirlo. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y consagradas, o como padres y madres de familia, dedicados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo, su capacidad de entrega o con la vida entera”, exhortó.
Puede leer el discurso completo del Papa Benedicto XVI en http://www.aciprensa.com/aparecida07/disc13mayc.htm