Al inicio de la cuarta jornada de su viaje apostólico a Brasil, el Papa Benedicto XVI visitó esta mañana la iglesia del centro de rehabilitación para tóxico dependientes Hacienda de la Esperanza, en Guaratinguetá, a 30 kilómetros de Aparecida, y afirmó que "allí donde la sociedad no ve más futuro o esperanza, los cristianos están llamados a anunciar la fuerza de la resurrección".

En la finca de 250 hectáreas, que acoge actualmente a unos 200 adictos en tratamiento basado en labores en el campo, oración, sacramentos y meditación, se encontraban desde tempranas horas unas siete mil personas, entre ellas unos dos mil rehabilitados.

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Tras saludar a las hermanas clarisas que están a cargo de esta obra, el Santo Padre señaló que "justamente aquí en esta Hacienda de la Esperanza, donde se encuentran tantas personas, principalmente jóvenes, que buscan superar el problema de las drogas, del alcohol y de la dependencia de las drogas, se testimonia el Evangelio de Cristo en medio de una sociedad consumista alejada de Dios".

Seguidamente, el Pontífice precisó que "es el Cristo resucitado que cura las heridas y salva a los hijos e hijas de Dios, salva a la humanidad de la muerte, del pecado y de la esclavitud de las pasiones. La Pascua de Cristo une la tierra y el cielo. En esta Hacienda de la Esperanza se unen las oraciones de las clarisas y el trabajo arduo de la medicina y de la terapia ocupacional para vencer las prisiones y romper los grilletes de las drogas que hacen sufrir a los hijos amados de Dios".

Al referirse a esta obra fundada en 1979 por el fraile franciscano alemán Hans Stapel, el Pontífice afirmó que “aquí descubrimos que la belleza de las criaturas y el amor de Dios son inseparables. Francisco y Clara de Asís también descubren este secreto y proponen a sus hijos e hijas una sola cosa - y muy simple: vivir el Evangelio. Ésta es su norma de conducta y su regla de vida", dijo el Papa. "Es en este amor que Fray Hans las invitó a ser la base de todo el trabajo desarrollado en la Hacienda de la Esperanza. En la fuerza de la oración silenciosa, en los ayunos y penitencias, las hijas de Santa Clara viven el mandamiento del amor a Dios y al prójimo, en el gesto supremo de amar hasta el fin.

"¡Esto significa jamás perder la esperanza! Por eso el nombre de esta obra de Fray Hans: 'Hacienda de la Esperanza'. Pues es necesario edificar, construir la esperanza, tejiendo el tejido de una sociedad que, en el extenderse de los hilos de la vida, pierde el propio sentimiento de esperanza. Esta pérdida –como dijo San Pablo– es como una maldición que la persona humana impone a sí misma: 'personas sin afecto'", prosiguió el Pontífice.

Finalmente, el Papa llamó a las hermanas clarisas a proclamar la esperanza, a anunciarla "por el silencio oferente de la oración, silencio grandilocuente que el Padre escucha”. “Anunciad el mensaje del amor que vence al dolor, las drogas y la muerte. Anunciad a Jesucristo, humano como nosotros, ¡sufriente como nosotros, que tomó sobre sí nuestros pecados para de ellos liberarnos!", enfatizó.

Antes de impartir su bendición, Benedicto XVI pidió rezar por la V Conferencia General que comenzará mañana.

Para leer el discurso completo, ingrese a: http://www.aciprensa.com/aparecida07/disc12mayb.htm