El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, llamó a los católicos a fortalecer su “vida cristiana en todas sus dimensiones” porque su acción en la sociedad sólo tendrá frutos si se apoyan “firmemente en la fe de la Iglesia”.
“A diferencia de otras religiones, el cristiano no vive su fe evadiéndose de la sociedad en la que vive. Jesús espera que hagamos fructificar los talentos que hemos recibido y que seamos luz y fermento del mundo de cada época”, afirmó el Prelado en su carta semanal titulada “Ser católicos”.
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En el texto, Mons. García-Gasco recordó que la misión del cristiano no se circunscribe solo al interior de los bautizados, “sino que se expresa en múltiples obras de amor y de servicio al prójimo, al necesitado y al bien común”. En ese sentido, señaló que el texto “Orientaciones morales ante la situación actual de España”, publicado por la Conferencia Episcopal Española, plantea a los fieles tres objetivos concretos para que “el reconocimiento de Cristo y la misión de la Iglesia den fruto verdadero”.
En primer lugar, indicó, está “la formación en la fe”. Añadió que la Iglesia, “convencida de la eficacia de la educación”, llama a “una vigorosa experiencia vital e intelectual de la presencia de Cristo” en ella, sin acomodarse “a los gusto y a las preferencias de la cultura laicista, ni diluirnos en el anonimato”.
El segundo objetivo, señaló, es el anuncio y la vivencia auténtica del misterio cristiano del matrimonio y la familia, fundada en la unión “entre un varón y una mujer que se quieren para siempre” y abierta a “la transmisión responsable de la vida y educación de los hijos”.
El Prelado recordó que la familia es atacada en la legislación española y, por ello, los matrimonios cristianos tienen la misión de “anunciar con su propia vida la verdadera humanidad edificada sobre el amor humano que hace posible el propio amor de Dios”.
En tercer lugar, afirmó, está “el cuidado de la Eucaristía dominical, unida a la práctica frecuente del sacramento de la penitencia, alimento imprescindible para que crezca el vigor y la fortaleza cristiana de los bautizados y de la comunidad entera”.
“Demasiados distanciamientos y disentimientos que se viven en la comunidad cristiana son consecuencia de un excesivo orgullo individualista, de una fe débil y mal fundada, o de una secularización que impide elevarse por encima de las expectativas temporales y de las modas intelectuales de cada momento”, advirtió.
Sin miedos, sin complejos, sin prepotencias