La Canciller alemana y Presidenta de turno del Consejo, Angela Merkel, aseguró ayer que comprende las críticas del Papa Benedicto XVI a la Unión Europea (UE) por no mencionar a Dios ni a sus raíces cristianas en la Declaración de Berlín –que conmemora el 50º aniversario del proceso de integración europea– y dijo que Europa debe reconocer de alguna manera esta herencia judeocristiana aunque sea en un documento distinto de la Constitución Europea.
Durante su discurso previo a la firma de la Declaración de Berlín, Merkel se refirió "a título personal" al enumerar los valores que sustentan la UE a las "raíces judeocristianas de Europa", pese a que no aparecen citadas en la Declaración de Berlín por la oposición de algunos Estados miembros, encabezados por Francia. También se rechazó incluirlas en el Tratado constitucional, aunque algunos países como Polonia lo pidieron de manera insistente.
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En la rueda de prensa final de la cumbre, la Canciller explicó que ella misma ha hablado ya con el Papa Benedicto XVI, como lo hizo con su predecesor, Juan Pablo II, sobre la mención de las raíces cristianas de la UE en el Tratado constitucional. "Sé que se trata de algo que desean muchas personas en Europa. Sin embargo, existen tradiciones seculares que rechazan mencionar la fe en documentos oficiales del Estado", señaló.
Merkel se mostró convencida de que la cuestión de la tradición cristiana volverá a plantearse durante el debate para desbloquear el Tratado constitucional, pero dijo que ella es "realista, es decir, no muy optimista" sobre la posibilidad de que figuren en el texto definitivo. "Hay que aceptar discutir de este tema, es normal, y en el diálogo entre culturas y religiones a nivel mundial, los europeos deben poder expresar sus raíces comunes", apuntó.
"Hay que aceptar que estamos marcados por este pasado judeocristiano. La cuestión es saber en qué tipo de documento se puede inscribir esto. La discusión continuará, y comprendo muy bien la posición de la Iglesia Católica, pero hay que admitir también que en Europa hay una clara separación entre el círculo político y el círculo religioso", concluyó.