El Obispo de Almería, Mons. Adolfo González Montes, hizo un llamado a los ciudadanos a vivir una Semana Santa profunda, que exprese públicamente la fe que cada uno vive en lo privado.
En un reciente mensaje, Mons. González aseguró que "la Semana Santa es para vivirla sin adulterarla, como antídoto contra la propuesta reiterativa y la tentación de una sociedad sin religión, absorbida por un modelo de Estado en el cual no cabe otra consideración positiva de la religión que la que permite su reducción a meras creencias privadas".
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"La fe es, ciertamente, privada por ser opción que no se impone sino que se propone a las personas particulares, pero es realidad pública por cuanto afecta a la vida entera de las personas creyentes; y por ser participada por grandes mayorías sociales y culturales que es imposible reducir al silencio, como si Cristo no hubiera padecido por nosotros. Si el Estado laicista no quiere reprimir la libertad de religión habrá de respetar las manifestaciones públicas de fe porque la sociedad es libre para llevarlas a cabo, salvaguardando siempre el bien común y el orden social", advirtió.
El Obispo precisó que "cuantos creemos en Cristo no podemos dejar de dar testimonio de que su muerte y resurrección han cambiado el sentido de la vida de los millones de seres humanos, que, generación tras generación desde que él pasó por nuestro mundo, han encontrado la acción salvadora de Dios en su muerte y gloria, porque en ellas han conocido la revelación definitiva del amor misericordioso de Dios".
Mons. González recordó que las manifestaciones de religiosidad popular del Triduo Pascual, de particular belleza en España, "son expresión acendrada del amor por Cristo y su santísima Madre, manifestado en la veneración de las sagradas imágenes".
"En estos desfiles ponen los fieles alma y cuerpo, ilusión y calor humano y fe religiosa en grado tal que los cofrades, devotos acompañantes de las imágenes de Cristo y María, parecen haber vivido durante todo el año para la escenificación de su devoto fervor por el dolor de ambos como expresión de amor que sólo con amor se paga", indicó.
"Con todo, en la Semana Santa convergen varias y diversas circunstancias culturales e intereses sociales, que hacen de ella un bien patrimonial y un recurso de influencia social. La Semana Santa evidencia que los sentimientos religiosos de los pueblos de tradición cristiana hunden tan hondamente sus raíces en la fe que su desarraigo institucional no significa indiferencia ante la vida de la Iglesia", señaló.
"De ahí que hayamos de vigilar para mantener la identidad de la Semana Santa, libre de manipulaciones, para que no se produzca su reducción a mera cultura tradicional, cediendo a intereses espurios, que no se compadecen con los sentimientos religiosos inspirados por una fe recta y la comunión eclesial de los cofrades", prosiguió el Prelado español.
Asimismo, exhortó "a todas las cofradías y a todo el pueblo cristiano a secundar con fe una tradición cristiana que ve un tiempo para la salvación, fruto de la misericordia infinita de Dios, en las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa, y en los desfiles procesionales igual que en los actos de piedad que las acompañan".
"La semana grande de la fe nos invita a no transitar por las celebraciones pascuales como si a ellas no hubiéramos llegado por el camino penitencial de la Cuaresma en persecución ascética de un cambio de vida necesario para salvarse. Porque el Señor pasa y llama a la puerta conviene estar en vela y no dejarle pasar quedándonos sin el efecto benéfico de su paso redentor", concluyó.