El Arzobispo de La Habana, Cardenal Jaime Ortega y Alamino, propuso a los sacerdotes, padres y maestros cubanos, combatir el difundido hedonismo que causa estragos en la juventud cubana, con una educación que privilegie el "camino al amor verdadero".
En una columna publicada por el boletín arquidiocesano "Aquí la Iglesia", el Purpurado pide que adolescentes, jóvenes, y aún los niños, sean "introducidos paso a paso por sus mayores en el ámbito hermoso y plenificante del amor" a través de una educación sexual que sea "una auténtica educación para el amor".
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Con el título "Y el Amor ¿Dónde está?", el Arzobispo ofrece un diagnóstico de los jóvenes cubanos que desde la infancia "han oído hablar, sobre todo en la radio y la televisión, de sexo seguro y riesgos de embarazo o de enfermedades, información que va acompañada casi siempre de una prédica de sabor moralizante fundada sobre el temor: cuídate, usa preservativo, pues puedes caer en desgracia".
"¡Pobres muchachos y muchachas! Les ha tocado vivir una etapa decadente de la historia de la humanidad, ha habido otras, pero el mundo no era aún global (...) Ningún adulto quisiera que fuera así, ni los padres de familia, ni los educadores serios, ni la gente que, habiendo vivido algunos años aprendieron a pensar por experiencia propia, a veces amarga. Pero el pansexualismo envuelve al mundo y nos afecta también a nosotros", explicó.
Según el Purpurado, "el mundo erotizado de hoy tendría que encontrar no una resistencia armada, pero sí un contrapeso lúcido para el erotismo en las familias, en la escuela, en la Iglesia. Hay que ofrecer alternativas a ese falso erotismo que penetra el comportamiento humano actual".
En este sentido, lamentó que la escuela repita "lo que las escuelas de muchos lugares del mundo dicen, siguiendo ‘consejos’ de organismos de las Naciones Unidas, convertidos en orientaciones y consignas en muchos sitios, utilizando manuales de educación sexual de grandes tiradas y poco costo. El mensaje que llega al adolescente puede resumirse así: hay que disfrutar, pero con cuidado".
El Arzobispo señaló que "la Iglesia no es escuchada por los sectores laicistas que tratan de acallar su voz y de mantenerla fuera de cualquier acción social. Esto es más agudo aún cuando no tiene la Iglesia sus propios medios de comunicación y el acceso a los que existen le está vedado".
En este contexto, explicó que "la fe cristiana no ha rechazado el eros, ha exaltado más bien su grandeza, la belleza infinita del amor. El adolescente y el joven comprenden privilegiadamente el lenguaje del amor. Si los preceptos, prohibiciones, aprendizajes biológicos del sexo, pueden hastiar o ser rechazados o aceptados de manera inconsulta, porque no pueden interiorizarse en una síntesis personal, el amor sí puede ser captado en profundidad, sí puede estar en la base de un comportamiento menos instintivo, más humano".
Según el Cardenal Ortega, "en clave de amor puede comprenderse la abstinencia, el sacrificio, la espera en el camino hacia la madurez, para que el amor se haga sólido y fuerte. Sólo hablando en clave de amor podrá el joven o el adolescente llegar a comprender lo que es estar verdaderamente enamorado, para distinguir esto del placer fácil, inmediato, que sacia por un momento, pero no colma las ansias del corazón humano".
"Por este camino de una formación integral que construya internamente al joven o a la joven se harán ellos capaces de ser dueños de sí mismos y de llegar a saber cuándo aman de veras y descubrirán que el sexo sin amor entorpece la realización de la persona. Por ahí deben ir los esfuerzos de todos en la comunidad cristiana: sacerdotes, familias, diáconos, religiosos y religiosas, catequistas y cuantos tienen que ver con el desarrollo de los adolescentes", prosiguió el Purpurado.
"Debe ser un trabajo de todos, como de todos debe ser la preocupación para que el verdadero amor que lleva en sí un reflejo del amor de Dios por nosotros, se abra camino en el alma de los jóvenes y adolescentes que integran las comunidades católicas de la Arquidiócesis", agregó.