Miles de personas se dieron cita en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien al introducir la oración recordó que la conversión vence el mal en su raíz, el pecado.
Reflexionando sobre el Evangelio del día de hoy, el Santo Padre hizo notar “la necesidad de la conversión”, que Jesús propone “no en términos moralistas, sino realistas, como la única respuesta adecuada a los hechos que ponen en crisis las certezas humanas”.
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“Cristo invita antes que nada a responder al mal con un serio examen de conciencia y el compromiso de purificar la propia vida”, continuó.
Recordó también que “la conversión, si bien no nos preserva de los problemas, permite que los afrontemos en un ‘modo’ diverso. Sobre todo nos ayuda a prevenir el mal. Permite vencer el mal con el bien, si bien no siempre al nivel de los hechos, ciertamente siempre al nivel espiritual”.
Como síntesis de su reflexión el Pontífice afirmó que: “la conversión vence al mal en su raíz que es el pecado, incluso si no siempre puede evitar las consecuencias”.
“Oremos a María Santísima, que nos acompaña y sostiene en el itinerario cuaresmal, para que ayude a cada cristiano a redescubrir la grandeza, diría la belleza de la conversión. Que nos ayude a comprender que hacer penitencia y corregir nuestra propia conducta no es mero moralismo, sino el camino más eficaz para cambiar para mejor a nosotros mismos y a la sociedad. Lo expresa muy bien una feliz frase: encender un fósforo es mejor que maldecir la oscuridad”, concluyó el Santo Padre.