El Arzobispo Emérito de Bologna, Cardenal Giacomo Biffi, señaló que “el sufrimiento se debe afrontar con una confidente y apasionada búsqueda de Dios en la oración”, en sus meditaciones de hoy en los ejercicios espirituales de los que participan el Papa Benedicto XVI y la Curia Vaticana.
Al recordar la importancia del Jueves Santo, el Cardenal precisó que “la Eucaristía es esencialmente una memoria capaz, de rememorar dos milenios de historia de la humanidad, muchas veces perdida y descuidada, para colocar al Hijo del Creador entre las manos de sus criaturas. Es una memoria providencial, porque realizándose por sí misma, consiente al hombre acordarse de Jesús incluso cuando está distraído”.
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“Pero es también una memoria que también hay que tener presente”, prosiguió y destacó que “vivir como cristianos quiere decir entonces prestar cotidianamente atención a lo que Cristo ha dicho y ha hecho; a lo que Él es. Y esto es muy importante y fundamental porque acordarse de Cristo permite al hombre conocerse a sí mismo y entender cuál es el objetivo de su vida: si Cristo es el Salvador entonces nosotros no somos autónomos, sino salvados”.
“Esta conciencia cristiana es lo opuesto al hombre de nuestro tiempo, el cual está condicionado por la sutil agonía de saber cuál es su sitio en el mundo variado de la Creación. Por otra parte, el aspecto de fraternal convivencia de la Última Cena se convierte en la anticipación del banquete celestial. Además, la escena del Cenáculo comprende también el aspecto de la traición. Entre las muchas que padece Jesús vive también el sufrimiento amargo y hiriente de la ingratitud y de la infidelidad”, dijo el Purpurado.
En su segunda meditación, sobre el Viernes Santo, el Arzobispo Emérito de Bologna subrayó “la humanidad de Jesús: lo sentimos cercano con la intrínseca debilidad de su oración, la repulsión del sufrimiento que sin embrago se convierte en un ofrecimiento al Padre. Y Cristo, a un paso de consumar su Pasión, se convierte en el primer sacerdote que intercede por la humanidad”.
”En la hora de la agonía Jesús para vencer la debilidad de la prueba reza todavía más intensamente”, agregó y anotó que esta acción “nos muestra como hay que afrontar el sufrimiento por parte de un cristiano: no con la rebelión estéril o al recurso a filosofías no resolutivas ni a través de un estoicismo valiente. El sufrimiento se debe afrontar con una confidente y apasionada búsqueda de Dios en la oración”.
”Y además con otro paso, con una total obediencia a Dios Padre, que ciertamente responderá a nuestras justas peticiones, con una sabiduría más alta de nuestras propuestas y esperanzas. También en este caso es Cristo quien nos ofrece el ejemplo: Dios no aparta al Hijo de la prueba de la muerte, sino que hace que la muerte se convierta en el inicio de la vida. Presiona casi a la muerte a colocarse bajo la bandera de la resurrección”, continuó el Purpurado.
El Cardenal Biffi recordó también que “es menester mirar al Calvario con los ojos de María que permanece valientemente al lado del suplicio terrible de su Hijo. El saber que el sacrificio de Jesús significase la redención para los hombres no reduce su drama, sino que éste fue transfigurado”. “Con los de Jesús no hay que olvidar tampoco los dolores de la Madre”, concluyó.