Este lunes fueron inhumados los restos mortales en la Catedral de Manizales del Arzobispo Emérito de la ciudad colombiana de Tunja, Mons. Augusto Trujillo Arango, uno de los más destacados oradores sagrados del país, llamado a la Casa del Padre a los 85 años en Manizales, su lugar de nacimiento.
Mons. Trujillo Arango, fue conocido en todo Colombia no solo por su celo pastoral durante sus años de Obispo, sino porque durante 44 años consecutivos, hasta 2004, pronunció el sermón de las Siete Palabras durante la Semana Santa por los micrófonos de las principales emisoras colombianas, convirtiendo su voz en un símbolo del Viernes Santo.
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Mons. Augusto nació en Santa Rosa de Cabal el 5 de agosto de 1922, estudió en el Seminario Mayor de Manizales y fue ordenado sacerdote en Washington (Estados Unidos) en la Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, en esa misma ciudad recibió el doctorado en teología, de la Universidad Católica, en 1945.
Cuando regresó a Colombia trabajó en varias parroquias y luego fue Rector del Seminario Menor hasta que fue nombrado Obispo a los 34 años. En Manizales fue Obispo Auxiliar hasta 1960. Más tarde lo nombraron Obispo Residencial de Jericó donde permaneció hasta 1970, cuando fue nombrado Arzobispo de la Arquidiócesis de Tunja, cargo que desempeñó durante 28 años.
Como Arzobispo Emérito, siguió pronunciando el Sermón de las Siete Palabras por la radio hasta el año 2004; pero en 2006 acudió a la Catedral Basílica de Manizales para pronunciar las que serían las últimas palabras, que fueron muy breves.
El Párroco del templo de San Antonio, Héctor Giraldo, que fue su amigo desde la infancia, relató una impresionante anécdota del Prelado.
“La hora más espantosa que vivió fue cuando se posesionó en Tunja, cuando fue a visitar a los presos de la cárcel, comió con ellos y les llevó regalos. Entre los presos estaban tres personas de Manizales, cuando les preguntó qué había pasado con ellos le dijeron que pagaban una condena por el asesinato de Lázaro Trujillo Gómez (su padre). Él se desmayó y lo tuvieron que sacar de la cárcel hasta el palacio arzobispal”.
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