El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, indicó que aunque la nueva Ley de Educación tiene puntos positivos, existen también aspectos negativos y ambiguos como la introducción de la perspectiva de género y la posible exclusión de la dimensión religiosa de la formación integral de la persona.
En su programa televisivo Claves para un Mundo Mejor, el Arzobispo de La Plata destacó los aspectos positivos de la nueva legislación, como el reconocimiento de la familia "como un agente natural y primario de la educación", la afirmación de que la educación es un bien público, entre otros; muchos de los cuales, recordó, "ya estaban salvaguardados en la Ley Federal de Educación que regía anteriormente".
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Sin embargo, el Prelado advirtió que el actual texto, aprobado sin un suficiente debate parlamentario, contiene puntos negativos y ambiguos, como la introducción de la ideología de género, la cual es contraria a las convicciones de la mayoría del pueblo argentino.
En ese sentido, dijo que su introducción como contenido básico de la currícula escolar se ha dado "con una insistencia que llama mucho la atención". "La ideología de género lleva a la negación del orden natural y, en definitiva a la perversión de la conciencia", afirmó.
Mons. Aguer explicó que el ingreso de esta ideología se ha hecho teniendo como referencia "ciertas leyes promulgadas recientemente que nosotros tenemos que calificar como leyes inicuas", especialmente la aprobación del Protocolo de la Convención para la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) "que lleva, en definitiva, a canonizar una concepción reductiva del ser humano en materias fundamentales como es la sexualidad, el matrimonio y la familia".
Asimismo, el Arzobispo advirtió que aunque la nueva ley habla de una "educación integral", no explicita qué dimensionas integran la formación de la persona. "El concepto de educación integral puede ser interpretado en un sentido minimalista", señaló e indicó que "esto nos hace pensar que se ha querido excluir expresamente la dimensión trascendente y religiosa, la dimensión espiritual del ser humano, que es fundamental en el proceso educativo".
En ese sentido, afirmó que existe contradicción "entre la afirmación de los derechos de los padres a elegir para sus hijos una educación acorde con sus propias convicciones y la imposición de ciertos contenidos".
"Lo que aquí está en juego es una cuestión que podríamos llamar de filosofía de la educación, o de antropología, de concepción de la persona. O bien una postura ideológica, ante la cual corresponde poner mucha atención", advirtió.
Mons. Aguer también expresó su extrañeza de que una ley, "que por definición ofrece un marco general", estipule contenidos básicos.
Por ello, manifestó que "es de esperar que en el diálogo que seguramente se seguirá" para establecer los programas que se dictarán en los distintos niveles, "se tenga en cuenta el aporte de quienes representan, sin duda, las convicciones mayoritarias del pueblo argentino. Los padres de familia esperan que sus hijos puedan recibir una educación que sea integral de veras, sin reduccionismo alguno".