El Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Pedro Meurice Estiú, hizo un llamado a los católicos del país a trabajar por la reconciliación en la Isla, durante la Misa de despedida que celebró el pasado 18 de febrero, antes de pasar a retiro.
En su discurso de despedida, Mons. Meurice precisó que es necesario "renovar nuestras prácticas pastorales y aún en nuestra misma formación tenemos que poner muchas cosas al revés de como están ahora. Esto es, primero trabajar por la reconciliación".
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"Yo espero que vendrá un día esplendoroso, un día de sol en el que todos los cubanos piensen como piensen; crean o no crean en Dios; estén dónde estén, dentro de Cuba o fuera de Cuba; todos sufriendo por Cuba y esperando por Cuba, llegará el día en que tanto dolor y tanto sufrimiento, tanto trabajo, tanto sudor, no serán en vano, darán su fruto y fruto abundante. Y todos podremos gozar de alegría, de paz, de unidad", dijo emocionado.
Asimismo, el Prelado recordó que "no hay Cristianismo, no hay Iglesia Católica si no hay el Culto verdadero a Dios en Espíritu y en Verdad, sin culto no hay Iglesia Católica".
Mons. Meurice precisó luego que "si no hay oración no hay fe, si no hay culto al Dios verdadero no hay crecimiento en la fe" y que "somos discípulos de un crucificado. Si la cruz no está en medio de nosotros, y si no vivimos la cruz no somos cristianos, simplemente".
Al comentar que ya pronto será Arzobispo Emérito de Santiago de Cuba, Mons. Meurice comentó que "a mí no me gusta decir retiro, pues eso se parece a retirada, a mi me gusta decir jubilación, porque viene de júbilo, de alegría".
Luego de reconocer la esforzada labor evangelizadora de sus feligreses, el Prelado agradeció a "Dios por mis setenta y cinco años y por los cuarenta años de Arzobispo", así como a su familia y amigos, especialmente a "Mons. Enrique Pérez Serantes, que me ungió sacerdote".
Al hacer una "última petición" a sus feligreses, el Arzobispo dijo que "Cuba no cambia si no se lo pedimos a Dios con una insistencia y una constancia renovadas. Hay que orar, orar, orar, orar... Rezar, rezar, rezar... para arrancarle a Dios por intercesión de nuestra Madre, María de la Caridad, esa gracia".