Es "imprescindible" la colaboración entre la Iglesia y el Estado en el compromiso por la caridad porque "siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda" y "siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que resulta indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo", sostiene el Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, en su carta de esta semana.
Ante estos problemas, "no es bueno que el Estado quiera absorberlo todo en sí mismo negando la actuación del individuo y de los grupos sociales que estructuran la sociedad", señala el Prelado, y subraya que "la política no tiene la exclusiva de la estructura social". Para el Arzobispo, "lo que más necesita un ser humano afligido es una entrañable atención personal y eso no se lo puede asegurar una instancia burocrática". De hecho, el Estado "jamás podrá dar amor", precisa en su misiva titulada "El amor es imprescindible".
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Por ello, "es imprescindible para el bien humano que el Estado aplique el principio de subsidiaridad y que así reconozca y apoye las iniciativas que surgen de las distintas fuerzas sociales", indica Mons. García-Gasco para quien estas iniciativas "tienen la impagable virtud de unir la espontaneidad con la cercanía a todos los que se ven necesitados de auxilio".
Precisamente, la Iglesia se encuentra "entre estas fuerzas vivas de la acción social y caritativa" ya que "brinda a todos los hombres no sólo la ayuda material, sino también sosiego y cuidado del alma, una ayuda con frecuencia más necesaria que el sustento material", resalta.
Por esta razón, la Iglesia, "anima a los fieles laicos a participar en primera persona en la vida pública", recuerda el Prelado, que considera que su actividad política puede ser llamada propiamente "caridad social", ya que la caridad "debe animar toda la existencia de los fieles laicos".