Al tiempo de reconocer los "progresos tan alentadores" que en el ecumenismo se vienen dando, el Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Cardenal Walter Kasper, admitió hoy en Barcelona que "el diálogo de alguna manera se halla encallado" pues "hemos llegado al núcleo duro de nuestras diferencias eclesiológicas".
Así lo dio a conocer durante la inauguración de un encuentro ecuménico celebrado en las 42º Jornadas de Cuestiones Pastorales y organizado el Arzobispado de Barcelona y el Opus Dei como preparación de la 3º Asamblea Ecuménica Europea (AEE) a realizarse en septiembre en Sibiu (Rumania).
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El Presidente del dicasterio vaticano aseguró que en las últimas cuatro décadas, "el diálogo ecuménico ha dado grandes pasos adelante" y que ha permitido "acercamientos sustanciales en varias materias y, en algún caso, llegar a un consenso". Al respecto puso como ejemplos la reciente visita del Papa Benedicto XVI al Patriarca Ecuménico Bartolomé I y la visita a Roma del Arzobispo de Atenas y de toda Grecia.
"Pese a estos progresos tan alentadores, no se puede negar que, más allá de las dificultades singulares, normales y que forman parte de la vida, el diálogo de alguna manera se halla encallado, aunque no se hayan parado los coloquios y los encuentros, las visitas y la correspondencia', admitió el Purpurado alemán.
Al referirse a las causas de esta situación, el Cardenal Kasper señaló que "tras haber superado muchos malentendidos y haber conseguido un consenso fundamental" ahora "hemos llegado al núcleo duro de nuestras diferencias eclesiológicas".
Al profundizar sobre el diálogo ecuménico, el Purpurado subrayó que éste "no tiene como objetivo primario el de inducir a los otros a convertirse a nuestra Iglesia, sino la conversión de todos a Cristo" y, por eso, "se ha dado el paso de la polémica al diálogo".
Al insistir en la necesidad de que los cristianos testimonien la unidad y la reconciliación, el representante vaticano dijo que esta última "no elimina la alteridad del otro, no la absorbe ni la aspira, haciéndola desaparecer". La unión de católicos, ortodoxos y protestantes, añadió, se hace necesaria ante el "vacío espiritual actual" fruto de una "civilización técnica, funcional y economicista".
Más adelante, el Cardenal exhortó a apostar no solo por el ecumenismo "institucional" sino por el "espiritual", "corazón del Movimiento Ecuménico", no centrado en los diálogos teológicos sino en la "oración ecuménica común, conversión personal y reforma institucional, penitencia y esfuerzo por la santificación personal".