El Primer Ministro británico, Tony Blair, anunció ayer, después de haber recibido el pedido que hiciera la Iglesia en el Reino Unido, que no se exceptuará a las agencias católicas de adopción de la ley que las obliga a entregar niños a parejas homosexuales.
Ante este hecho el Arzobispo de Westminster y Presidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales, Cardenal Cormac Murphy O’Connor, y el Arzobispo de Glasgow, Mons. Mario Conti, expresaron su desacuerdo con la medida y éste último precisó que no cerrará sus programas de adopción sin dar pelea.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El Cardenal O’Connor manifestó que "estamos, de hecho, profundamente decepcionados ya que no se otorgará la excepción a nuestras agencias y no se defenderá así las creencias religiosas". "Este debate ha despertado asuntos importantes para el bien común de la sociedad", añadió y precisó que "existe una tarea urgente de lograr un nuevo consenso sobre el rol público de las organizaciones religiosas y la salvaguarda de sus derechos".
Por su parte, Mons. Conti dijo la semana pasada que las agencias de ese país continuarían su trabajo normal, pero admitió que "no podrían seguir inscritas ya que no van a poder cumplir las regulaciones propuestas" que exigen entregar niños a parejas homosexuales.
De otro lado, un vocero escocés comentó que esta situación podría bastar para pelear legalmente esta norma y explicó que "ahora se puede revisar judicialmente este asunto, ya que se está obligando a la gente a ir contra sus creencias religiosas, lo que contraviene el artículo 9" que defiende la libertad de culto.
Sin embargo, Peter Kearney, el portavoz oficial de la Iglesia en Escocia, afirmó que las agencias se verán forzadas a cerrar ya que, en su opinión, "es imposible que una agencia de adopción católica pueda seguir en el negocio. Este es un asalto a gran escala a las creencias religiosas".
Kearney también dijo que "este no es solamente un asunto de la Iglesia Católica. Afecta a cualquiera que cree que los homosexuales no están bien y que no deben ser equiparados con los matrimonios heterosexuales". Con este consideración, "cualquiera que crea esto podría estar en posición de ir en contra de la ley", advirtió.