Durante en encuentro sostenido con miles de jóvenes universitarios de Roma el jueves por la tarde en la Basílica vaticana, el Papa Benedicto XVI recordó que la Navidad es, sobre todo, la celebración del gran regalo que Dios hace de sí mismo.
“Los regalos navideños nos recuerdan el don por excelencia que el Hijo de Dios ha hecho de sí mismo en la Encarnación”, dijo el Santo Padre; y añadió que “Navidad es el día en que Dios se ha entregado a la humanidad y este don se hace perfecto, por decir así, en la Eucaristía”.
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“El misterio eucarístico –continuó– constituye el punto de convergencia privilegiado entre los diversos ámbitos de la existencia cristiana, incluido el de la investigación intelectual” y “la Eucaristía alimenta en la persona que se nutre asiduamente y con fe de ella, una fecunda unidad entre contemplación y acción”.
Refiriéndose a la inminente llegada de la Navidad, el Pontífice señaló que “en la gruta de Belén adoramos al mismo Señor que en el sacramento eucarístico ha querido hacerse nuestro alimento espiritual, para transformar el mundo desde dentro, a partir del corazón del ser humano”.
El Papa señaló que la Virgen María fue “la primera que contempló la humanidad del Verbo encarnado, la humanidad de la Sabiduría Divina”. En el Niño Jesús, la Virgen “reconocía el rostro humano de Dios, de modo que la misteriosa Sabiduría del Hijo se grabó en la mente y en el corazón de la Madre”.
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