La revista Vitral, publicación del Centro de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río, difundió esta semana un documento que no quieren que pase al olvido, la llamada “Propuesta Ética para un proyecto educativo de inspiración cristiana para Cuba”.

El texto es la memoria del itinerario de reflexión que durante un año y medio animó el Grupo de Educadores del CFCR en el que participaron educadores y personas de buena voluntad de varios lugares de Cuba y diferentes credos y tendencias políticas.

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Según el documento, de casi 90 páginas, el país necesita “un sistema educativo que nos sirva a todos para crecer como personas libres, responsables, justas y fraternas, buscadores de la verdad, hacedores de la justicia y artífices de la paz”.

“Ésta es, sin duda alguna, obra de todos: padres y madres, educadores, formadores y líderes civiles y religiosos, animadores comunitarios, grupos de amigos, asociaciones de la sociedad civil y cuanta persona de buena voluntad que se comprometa con el presente y el futuro de nuestra Patria”, indica.

El documento se presenta como una reflexión no terminada. “Es solamente el comienzo de un proceso de reflexión que debería ser enriquecido, modificado, corregido, ampliado, revisado, por cuantos se sientan llamados a hacerlo, sin ningún tipo de diferencia ni distinción”, precisa.

La propuesta ofrece primero un análisis de la realidad educativa cubana y una visión antropológica, “es decir, a la imagen, o perfil de la persona humana que se aspira a formar con la aplicación de este proyecto educativo”.

“La educación es para formar hombres y mujeres integrados e integradores de todas las aristas de un proceso de personalización-socialización en el que la misma persona sea la protagonista principal de su historia. Un proyecto educativo debe tener siempre un proyecto de humanismo como meta y utopía a la que debe tender como objetivo general y englobante de toda actividad pedagógica. todo formador debe preguntarse, antes, durante y después  de su labor educativa: ¿qué tipo de hombre o mujer, que cualidad de persona estoy contribuyendo a formar?”, plantea.

La tercera etapa aborda el “estilo pedagógico de los educadores y de las instituciones, independientemente de su carácter público o su identidad religiosa”; y la cuarta fase el perfil de los educadores.

En la quinta etapa se reflexiona sobre “la formación y el funcionamiento de una comunidad educativa en la que se integren, se complementen y se controlen mutuamente, la familia, la escuela, la Iglesia, las demás organizaciones de la sociedad civil y del Estado”.

Asimismo, precisa que “la Iglesia, en cuyo espacio de reflexión se está animando este camino de pensamiento y participación constructiva, no tiene soluciones técnicas específicas que aportar porque ella misma no reconoce en eso su misión. La Iglesia no tiene, ni debe presentar proyectos políticos específicos, en esta ni en ninguna materia”.

“Ella tampoco aspira a tener un papel hegemónico, ni de privilegio, ni imponer un modelo confesional o sectario para un futuro proyecto educativo para Cuba. Pero, como ‘nada humano le es ajeno’ al decir del Concilio Vaticano II, y como la Iglesia es ‘experta en humanidad’, y además cuenta con una experiencia bimilenaria en estos procesos de educar en valores y virtudes, para lo cual ella misma se reconoce como ‘madre y maestra’, y por su única intención de servir al pueblo del que forma parte indisoluble es, por todo ello, que la Iglesia brinda su espacio, sus medios y su acompañamiento respetuoso de la diversidad y de la autenticidad de la identidad cubana, para que todos los hijos e hijas de Cuba que lo deseen puedan servirse de esos espacios para reflexionar sobre temas medulares de la Nación como este de un renovado Proyecto Educativo para Cuba”, sostiene.

http://www.vitral.org/vitral/pdfs/itine/itinedu.pdf