El Obispo de Arlington, Mons. Paul Loverde, inició una cruzada contra la pornografía y exhortó a los ciudadanos y servidores públicos a trabajar por una legislación que respete la dignidad de toda persona humana.
En una extensa carta titulada "Comprado a un precio: pornografía, un ataque al templo vivo de Dios", Mons. Loverde afirma que este flagelo es una "plaga que asola el alma de hombres, mujeres y niños", arruina matrimonios y familias, "cobrando a sus víctimas entre los mas inocentes entre nosotros" y "destruye la capacidad de la persona de ver al otro como expresión única y bella de la creación de Dios".
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"Tal vez lo peor, sin embargo, sea el daño que la pornografía hace a la estructura que tiene una persona para lo sobrenatural", escribe el Prelado. "Nuestra visión natural de este mundo es el modelo para nuestra visión sobrenatural del próximo".
Mientras que la cultura estadounidense ve la pornografía como una "simple debilidad privada o inclusive como un placer legítimo protegido por la ley", la Iglesia enseña que es una grave ofensa, señala enfáticamente. La libertad de expresión "no es un derecho absoluto", dijo, y siempre debe "estar al servicio del bien común".
Mons. Loverde destacó que la pornografía se ha convertido en un "entretenimiento normal" para las masas, accesible a través de Internet, cable, satélite y las emisoras de televisión locales y destacó que ahora se puede acceder a ella por el teléfono celular y a través de juegos portátiles para niños y adolescentes.
El Obispo enfrentó los argumentos en defensa de la pornografía, que niegan a sus víctimas o hasta la promueven como algo "terapéutico", asimismo desmintió que la oposición cristiana a la pornografía provenga de un supuesto "odio cristiano al cuerpo".
"La pornografía -continuó el Obispo- distorsiona la verdad respecto a la sexualidad humana" y usa y manipula a las personas de maneras que "son incompatibles con su dignidad humana".
"Ello también plantea un reto a las personas que están tratando de vivir su vocación cristiana en cualquier estado de vida: esposos, sacerdotes y consagrados, y personas solteras. En particular supone un desafío a los jóvenes cristianos, que combaten por vivir las exigencias del ser apóstoles en una cultura que ha abandonado la virtud de la castidad" afirmó.
Dirigiéndose a los jóvenes, el Prelado indicó que "temo mucho que sean ustedes quienes deban cargar el pesado fardo de la rendición de nuestra cultura a la pornografía, tanto en la actualidad como en los años venideros. No son solamente ustedes los blancos de esta criminal empresa, como la fuente de sus ganancias, sino que son también ustedes quienes deben sufrir el empobrecimiento de la noción de intimidad que resulta de una cultura que ha confundido amor con auto gratificación".
"Sepan primero que Dios los ha destinado a un amor humano verdadero y pleno que halla su centro no en manipular a los otros, sino en compartir y florecer en la comunión con el ser amado", escribe el Obispo de Arlington.