El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, advirtió en su programa Claves para un Mundo Mejor, que la indiferencia hacia la verdad y la difusión de opiniones variadas y extravagantes “ha invadido también el ámbito de la fe”.

El Prelado hizo esta afirmación al referirse al problema fundamental que enfrenta la cultura contemporánea, que es “la indiferencia por la verdad o el relativismo”, es decir, “el descenso del orden de la verdad al campo contingente y variable de las opiniones: ‘Yo tengo mi verdad, tú tienes tú verdad’”.

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Dijo que en el ámbito de la fe y su transmisión “se ha dado también una especie de descenso o de caída”, es decir, se ha filtrado “la idea de que la fe es ante todo una emoción, una vivencia, un sentimiento, pero no la firme convicción en la verdad de la Revelación Divina”. Indicó que ello se refleja en la catequesis, que aunque ha mejorado en el aspecto metodológico, ha experimentado “un vaciamiento de contenidos” doctrinales.

“Sin duda, la fe es una adhesión personal a Dios por medio de Cristo Nuestro Salvador, el Gran Revelador del Padre; pero Cristo es el Logos, el Verbo de Dios, la Palabra de Dios y, la verdad de la fe que Cristo nos ha transmitido se articula en un cuerpo doctrinal, el que la Iglesia ha venido desarrollando y enseñando a lo largo de los siglos. Ese es el contenido de nuestra fe”, explicó.

Mons. Aguer advirtió que lo peor es que el cristiano es confundido por “muchas opiniones teológicas discutibles y aun claramente erróneas”, que “son obra de personajes muy conocidos, de teólogos renombrados, de escritores cuyos libros se ponen de moda”, y que hacen “que la cabeza de muchos católicos” sea “un almacén de ideas raras en el que falta la clara, serena y gozosa convicción acerca de la verdad de nuestra fe”.

Ante ello, el Prelado dijo que es “de máxima urgencia” recuperar “el nivel de conocimiento que es propio de la fe”, porque ella “no es sólo una adhesión personal a Cristo que procede de nuestra voluntad movida por la gracia divina, sino también iluminación de nuestra inteligencia que afirma con convicción la verdad revelada por Dios”.

“Tenemos que recuperar el sentido de la verdad. Si este sentido de la verdad no impregna nuestra psicología, si no llena de gozo nuestra vida, ¿cómo podremos dar testimonio de la verdad ante un mundo que descree de ella?”, expresó.