La Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE) pidió hoy a los Veinticinco que no basen su política migratoria únicamente en "medidas represivas" sino que tengan también en cuenta el "papel positivo" de la inmigración y garanticen la protección de los Derechos Humanos de los inmigrantes, sean regulares o irregulares.
La COMECE concluyó hoy su reunión plenaria de otoño, en la que participó el obispo de Almería, Adolfo González
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Montes, y en la que se abordaron también cuestiones como la energía, la política de investigación, o la contribución de los obispos europeos a la declaración que realizarán los líderes de los Veinticinco en Berlín el 25 de marzo de 2007 sobre los objetivos y valores de la Unión Europea como parte del proceso para relanzar el Tratado constitucional.
"La política migratoria no puede basarse sólo en medidas represivas. Los controles fronterizos, las medidas represivas contra las violaciones de los DDHH son importantes pero es necesaria una valoración positiva del papel de la inmigración", dijo el Arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin. Destacó en este sentido la contribución al desarrollo de las remesas que los inmigrantes envían a sus países de origen.
"La COMECE ha presionado a las instituciones europeas para que pongan en marcha medidas concretas para garantizar la protección de todos los inmigrantes, tanto los que tienen papeles como los que no los tienen, los regulares o los irregulares", destacó Martin, que pidió además a los Estados miembros que tomen medidas para evitar la "fuga de cerebros" en los países pobres que más los necesitan.
El Arzobispo de Dublín lamentó el veto que la mayoría de Estados miembros, entre ellos España, pretenden imponer a los trabajadores procedentes de Rumania y Bulgaria, que entrarán a la UE el 1 de enero de 2007, y señaló que "la experiencia demuestra que la inmigración de los países de la ampliación ha sido muy positiva". También destacó la contribución de los inmigrantes al "diálogo intercultural e interreligioso".
Sobre las cuestiones energéticas, los obispos europeos lanzaron un llamamiento para un "uso solidario" de las fuentes de energía y propugnaron un modelo de desarrollo sostenible. Por lo que se refiere a la declaración de Berlín, reclamaron que "no incluya únicamente una lista de los valores y ambiciones de la UE, sino que refleje también la motivación religiosa y humanística de la ciudadanía europea".