Al finalizar su 88° Asamblea Plenaria el día de hoy, el Episcopado español emitió una instrucción pastoral titulada “Orientaciones morales ante la situación actual de España” en la que este organismo ofrece “su aportación al discernimiento que hoy es necesario hacer, en unos momentos de especial complejidad”.
En la nota de prensa que aparece en el sitio web de la Conferencia Episcopal Española (CEE), la oficina de información de este organismo precisa que “el texto pretende favorecer la comunión eclesial y animar a los católicos a participar activamente en la vida pública, al tiempo que quiere ayudar a todos a descubrir las implicaciones morales de la situación actual, con la convicción de que ello es un requisito indispensable para una sana vida democrática”.
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La Instrucción consta de tres capítulos “en los que se describe la situación actual y se analizan sus causas; se realiza una llamada a superar la desesperanza, el enfrentamiento y el sometimiento, así como a anunciar el gran sí de Dios a la Humanidad en Jesucristo; y se propone un reforzamiento de la identidad católica para llevar a cabo cualquier acción en la sociedad y se anima explícitamente a los católicos a vivir la caridad social para el fortalecimiento moral de la vida pública”.
En el primer capítulo titulado “Una situación nueva: fuerte oleada de laicismo”, el documento destaca dos datos relevantes en la historia reciente de España, uno positivo y otro negativo: el advenimiento de la democracia y el desarrollo alarmante del laicismo”.
“Para interpretar y valorar las nuevas circunstancias, es necesario tener en cuenta el desarrollo del laicismo en nuestra sociedad, invadida por un modo de vida en el que la referencia a Dios es considerada como algo negativo. De la mano del magisterio de Benedicto XVI, el documento critica el relativismo moral que, paradójicamente, pretende engrandecer al hombre, colocándolo en el centro de todo y termina por reducirlo a un mero fruto del azar, impersonal, efímero y, en definitiva, irracional”, precisa el comunicado.
“El laicismo radical y excluyente –prosiguen– impulsado por algunos sectores, está en la base de algunas legislaciones, promovidas recientemente en España, que deterioran gravemente el bien común de una sociedad, formada en buena parte por católicos”.
En el segundo capítulo titulado “Responsabilidad de la Iglesia y de los católicos”, el texto advierte de la necesidad de los católicos de “evitar el riesgo de adoptar soluciones equivocadas que, a pesar de sus aparentes claridades, en realidad, se basan en fundamentos falsos, no cristianos”.
“Como dijo Benedicto XVI en Verona, en estos momentos los católicos seguimos teniendo la gran misión de ofrecer a nuestros hermanos el gran ‘sí’ que en Jesucristo Dios dice al hombre y a su vida, a la amor humano, a nuestra libertad y a nuestra inteligencia”, añade..
El tema del tercer capítulo tiene que ver con el “Discernimiento y orientaciones morales” en donde los “obispos señalan que cualquier tarea que los católicos quieran emprender en esta situación ha de realizarse desde una identidad católica vigorosa que incluye formación en la fe, anunciar el evangelio del matrimonio y de la familia, y cuidar la Eucaristía dominical”.
Asimismo recuerdan la necesidad de “la mejora de la democracia, donde se señala que es absolutamente necesario respetar el recto funcionamiento de las instituciones, especialmente la autonomía del poder judicial y la libertad de los jueces; el respeto y protección de la libertad religiosa, donde se recoge que un Estado laico, verdaderamente democrático, es aquel que valora la libertad religiosa como un elemento fundamental del bien común, digno de respeto y protección”.
Seguidamente, los prelados españoles renuevan su condena al terrorismo y explican que “es objetivamente ilícita cualquier colaboración con los terroristas, con los que los apoyan, encubren o respaldan, y que una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político legítimo de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político”.
Al finalizar este tercer capítulo, los obispos explican que “la caridad que refleja cómo la Iglesia tiene que ser y aparecer, vivir y actuar, como una verdadera comunidad de amor; un amor, vivido y practicado con generosidad y eficacia, especialmente en aquellos casos de urgencia como pueden ser, en la actualidad, el fenómeno de la inmigración, los que no tienen trabajo, los que están solos, o las mujeres víctimas de la violencia doméstica, entre otros”.