Después de haber meditado la semana pasada sobre lo que San Pablo escribió acerca del lugar central que el Señor Jesús ocupa en la vida de fe, el Papa Benedicto XVI meditó hoy sobre lo que enseña del Espíritu Santo, resaltando que para el Apóstol la tercera persona de la Santísima Trinidad influye no solo sobre la acción del cristiano sino sobre su mismo ser.
“San Pablo, en sus cartas no se limita a explicar solamente la dimensión dinámica y operativa de la tercera persona de la Santísima Trinidad, sino que analiza su presencia en la vida del cristiano, que caracteriza su identidad más profunda. En otros términos, Pablo reflexiona sobre el Espíritu mostrando su influjo no solamente sobre el actuar del cristiano sino sobre su mismo ser", dijo el Santo Padre durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro.
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El Pontífice recordó las palabras de Pablo: "No habéis recibido un espíritu de esclavos para recaer en el miedo, habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos", y subrayó que "el cristiano posee, incluso antes de actuar, una vida interior rica y fecunda que le hace establecer una relación filial con Dios. Nuestra dignidad más grande es la de ser no solo imagen, sino hijos de Dios" y este hecho "nos invita a transformar este don objetivo en una realidad subjetiva determinante para nuestra forma de pensar, de actuar, de ser".
Más adelante, el Papa resaltó que "Pablo nos enseña también que no existe una oración verdadera sin la presencia del Espíritu Santo, que es como el alma de nuestra alma, la parte más secreta de nuestro ser, desde donde se eleva a Dios incesantemente una oración".
"Otro aspecto típico del Espíritu Santo –continuó– es su conexión con el amor. El Espíritu Santo nos introduce en el ritmo de la vida divina, que es vida de amor y como por definición el amor une, esto significa ante todo que el Espíritu es creador de comunión dentro de la comunidad cristiana".
Al final de su meditación, el Papa dijo que el Espíritu “es un don de Dios como garantía de nuestra herencia futura" y "su acción orienta nuestra vida hacia los grandes valores del amor, de la alegría, de la comunión y de la esperanza".
Concluida su catequesis, el Santo Padre saludó a los visitantes de lengua española, en especial a los fieles de diversas parroquias de México y a la delegación de la Academia Militar de la Armada Ecuatoriana, así como a los demás peregrinos de España y Latinoamérica. “Os animo a ser dóciles a la acción del Espíritu Santo, que infunde el amor en los corazones para que podáis identificaros cada vez más con Cristo nuestro Señor”, concluyó.