El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García Gasco, señaló que "ante los graves problemas de la humanidad de nuestro tiempo, donde el egoísmo se hace presente en tantas relaciones económicas, políticas, sociales y entre particulares, Benedicto XVI nos invita a que pongamos nuestra fe a trabajar con obras de amor, semillas de verdadera paz y de esperanza".
En su carta semanal titulada "Amar a Dios y al prójimo", el Prelado valenciano explicó que "siempre vamos a encontrar personas que necesitan y precisan actos, hechos y obras que rompan la soledad del egoísmo", basados en el amor que Dios que "no ha quedado fuera de nuestro alcance porque Dios nos ha amado primero, y su amor se ha hecho visible en Jesús, Dios hecho hombre".
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Luego de explicar que Dios siempre sale al encuentro del hombre, Mons. García-Gasco recuerda que el Papa Benedicto XVI "subraya con fuerza que en la liturgia de la Iglesia, en la oración, en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, percibimos su presencia y aprendemos a reconocerla en nuestra vida cotidiana".
"Jesús nos ha amado primero y sigue amándonos primero. Por eso, el ser humano puede corresponder también con el amor. Dios no nos impone a los seres humanos un sentimiento que no pueda nacer en nosotros. Él nos ama y nos hace ver y experimentar su amor" asegura el Arzobispo de Valencia.
Después de reconocer que "la superioridad del ser humano provisto de conciencia, inteligencia y voluntad puede y debe apreciarse en todos sus actos, incluido el amor", el Prelado destaca que "el Santo Padre precisa que el amor no es solo un sentimiento pasajero. La madurez del amor abarca todas las potencialidades del hombre en su integridad. El amor implica a todo el ser, incluida la voluntad y nuestro entendimiento".
"Para amar a Dios hay que buscarle. La historia de amor entre Dios y el hombre crece en la medida en que nuestro querer y la voluntad de Dios coinciden cada vez más. La voluntad de Dios pasa a ser mi propia voluntad, y se experimenta que Dios está más dentro de mí que lo más íntimo mío. Crece el abandono en Dios y Dios es nuestra alegría", resalta.
Mons. García-Gasco resume entonces que "el amor al prójimo es posible porque en Dios y con Dios es posible amar también a la persona que no me agrada, o ni siquiera conozco. Se aprende a mirarla no solo desde los propios ojos y sentimientos sino desde la perspectiva de Jesucristo. Al verlo con los ojos de Cristo, podemos dar al otro mucho más que cosas externas: podemos ofrecer la mirada del amor que él necesita".