Según informa el diario español La Razón, un tercio de los cuatro mil profesores que imparten el curso de Religión católica en centros públicos podría perder su puesto de trabajo si se aprueba el borrador que el Ministerio de Educación presentó ayer a las comunidades autónomas.
La propuesta, que establece las enseñanzas mínimas para la Secundaria, plantea reducir el número de horas totales dedicadas a la asignatura, de las actuales 215 a 140. La disminución de carga horaria afectaría directamente a estos profesores, puesto que su particular estatus dentro de los centros solo les permite impartir Religión, y, a diferencia de los funcionarios, no podrían recuperar horas con otras materias.
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Desde USO, entidad sindical que acoge a más profesores de Religión católica, la medida es preocupante. Según el responsable de su área educativa, José Luis Fernández Santillana, esta pérdida de horas lectivas no sólo supondría una "reducción del número de contratos, sino que además aumentaría la precariedad laboral de estos profesores. Muchos verían cómo su jornada completa queda reducida a parcial, o se verán obligados a admitir el perjuicio de acudir a varios centros para completar su horario".
Educación para la ciudadanía
Distintos entrevistados por el diario La Razón explicaron que la idea del Gobierno es hacerle espacio a la nueva asignatura Educación para la Ciudadanía. Asimismo, el Ministerio de Educación decidió añadir una nueva opción: los padres podrán elegir que sus hijos cursen una clase de Religión confesional, una opción no confesional denominada Historia y Cultura de las Religiones o, simplemente, nada. En este caso, al igual que en Primaria, el Ministerio vuelve a dejar en manos de cada uno de los centros la decisión sobre "la debida atención educativa" que deben recibir estos adolescentes que tendrán una asignatura menos.
En la rueda de prensa con la que el Ministerio explicó ayer este borrador, Alejandro Tiana, Secretario General de Educación, explicó que aunque el borrador no establece en que consiste esta atención educativa, los jóvenes "podrían acudir a la biblioteca u otro lugar de estudio similar", para una especie de "estudio vigilado", como ocurre en la actualidad con los que no escogen clase de Religión. Sin embargo, también precisó que los centros "siempre y cuando alcancen un compromiso con la familia", podrían establecer que estos alumnos "se marcharan a sus casas".