La Santa Sede difundió hoy la homilía que el Papa Benedicto XVI sí pronunció ayer ante un grupo de obispos suizos en visita ad limina. En su mensaje, el Pontífice explicó que a pesar de los tantos “no” del mundo a Dios, el Señor no fracasa “porque halla siempre nuevos modos para llegar a los hombres”.
El Vatican Information Service (VIS), informó que “el discurso del Santo Padre durante el encuentro con los prelados suizos, del que el VIS ofreció ayer una síntesis, no fue pronunciado”. La nota original la puede encontrar en: http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=14760
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Este texto, según un comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, era “el contenido de un borrador preparado precedentemente en relación con la visita ad limina de los obispos suizos que tuvo lugar en 2005”.
Según informó el VIS hoy, durante la Eucaristía concelebrada ayer por la mañana en la Capilla Redemptoris Mater del Vaticano con los obispos suizos, el Papa comentó las lecturas de la Misa e improvisó una homilía en alemán.
Refiriéndose a las lecturas del día, el Papa dijo que "tienen un tema en común que se podría resumir con la frase: Dios no fracasa".
Refiriéndose concretamente al Evangelio, que narra la parábola de los invitados al gran banquete y que deciden no acudir, el Santo Padre señaló que a pesar de todo, “Dios no fracasa porque halla siempre nuevos modos para llegar a los hombres y para abrir más su gran casa, para que se llene del todo. Dios no fracasa ni siquiera hoy, aunque experimentemos tantos ‘no’”.
“Sabemos que las Iglesias están cada vez más vacías, los seminarios siguen vaciándose, lo mismo que las casas religiosas; conocemos todas las formas en las que se presenta este ‘no, tengo otras cosas más importantes que hacer’”, indicó.
El Papa invitó con San Pablo a “tener los mismo sentimientos de Cristo”; “aprender a pensar como Él y con Él. Es un pensar no solo del intelecto, sino también del corazón. Si entramos en sus sentimientos se despierta en nosotros el amor por Él. Sentimos qué hermoso es que Él exista y que podemos conocerle, que lo conocemos en el rostro de Jesucristo, que ha sufrido por nosotros”.
“Pienso que tenemos que esforzarnos –continuó–, sobre todo en la escucha de la Palabra del Señor, en la oración, en la participación íntima en los sacramentos, en aprender los sentimientos de Dios en el rostro y en los sufrimientos de los seres humanos, para contagiarnos de esta manera de su alegría, de su entrega, de su amor y para mirar con Él, y partiendo de Él, el mundo. Si logramos hacer esto, entonces también en medio de tantos ‘no’ encontramos de nuevo a los hombres que le esperan y que a menudo quizá son extraños –la parábola lo dice claramente–, pero que de todas formas están llamados a entrar en su sala”.
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