La Santa Sede denunció ante el Fondo para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) que "el hambre y la desnutrición son inaceptables en un mundo que dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos capaces de poner fin a esta plaga y sus consecuencias dramáticas".
El Arzobispo Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados, pronunció un discurso en la sede de la FAO durante la 32º sesión de su Comité Intergubernamental para la Seguridad Alimentaria.
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En su mensaje, el representante vaticano aclaró que "no es vocación de la Iglesia, proponer soluciones políticas, económicas o técnicas para hacer frente a los problemas de la sociedad, pero en su misión de anunciar la ‘Buena Nueva a todas las naciones’, se siente particularmente cercana a los que viven en condiciones de pobreza, de sufrimiento y de desnutrición y quiere ayudarles con los medios que le son propios".
"Siempre está dispuesta a sostener a las personas que trabajan para reforzar la solidaridad internacional y promover la justicia entre los pueblos, sobre todo a las que están en contacto directo con los pueblos sometidos a duras pruebas", indicó.
Mons. Mamberti recordó que "vencer el hambre en el mundo es una tarea que requiere tiempo. A pesar de los esfuerzos de la FAO, de las organizaciones intergubernamentales y de diversas asociaciones persisten e incluso se agravan los obstáculos y desequilibrios que impiden a millones de hombres y mujeres proveer adecuadamente su alimentación".
"La realidad de las muchedumbres cuyo derecho a la vida está en peligro debe continuar inquietándonos y tocar las conciencias para que nuestro comportamiento, sea cual sea nuestro lugar, no contribuya a agravar las desigualdades entre países ricos y países pobres", indicó.