El Arzobispo de Toledo, Cardenal Antonio Cañizares, señaló que “uno de los enemigos más fuertes y más difíciles para una sociedad tolerante y para cultura de la convivencia es el relativismo y el desplome ético que caracteriza muchos aspectos de la cultura contemporánea”, durante su discurso al inaugurar la 40° Semana Social España.
En su mensaje en el toledano Teatro de Rojas, al abrir el evento que se celebra bajo el lema “Propuestas cristianas para una cultura de la convivencia”, el Purpurado indicó que “cuando la tolerancia se entiende como indiferencia relativista que cotiza a la baja todo asomo de convicción personal o colectiva, o cuando domina la persuasión de que no hay verdades absolutas, de que toda verdad es contingente y revisable y de que toda certeza es síntoma de inmadurez y dogmatismo, o cuando se estima que tampoco hay valores que merezcan adhesión incondicional y permanente entonces es muy difícil que se construya una sociedad tolerante y una cultura de la convivencia”.
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El Purpurado citó al Papa Juan Pablo II y recordó que “‘no falta quien considera este relativismo ético como una condición de la democracia, ya que sólo él garantizaría la tolerancia, el respeto recíproco entre las personas y la adhesión a las decisiones de la mayoría, mientras que las normas morales, consideradas objetivas y vinculantes, llevarían al autoritarismo y a la intolerancia’”.
“Pero cuando faltan estas normas morales, objetivas y vinculantes para todos, por ejemplo en lo concerniente al respeto a la vida, todos somos testigos de las graves consecuencias que se originan”, insistió.
“Una sociedad tolerante y una cultura de la convivencia se asienta sobre la verdad que nos hace libres y se realiza en el amor. Una sociedad que destruya o disminuya la libertad, asentada en la verdad, o desvirtúe y desnaturalice la realidad del amor o la misma palabra ‘amor’, va de camino hacia la intolerancia. Por ello, si queremos ser libres y construir una sociedad tolerante, busquemos y sirvamos a la verdad que se realiza en el amor”, destacó.
“Para el cristiano ser tolerante y ser factor de una cultura de la convivencia no debiera ser un añadido, pertenece a su misma entraña –prosiguió el Arzobispo de Toledo– porque el cristiano es hombre de comunión, de diálogo, de encuentro; porque ha nacido del amor, de la comunión, del diálogo y del encuentro de Dios con el hombre en su Hijo Jesucristo”.
“La comunión, la convivencia, y la tolerancia no existen cuando la colectividad se impone a los hombres; la tolerancia no es real si coexisten unos junto a otros con indiferencia y sólo buscan sus propias ventajas e intereses”, expresó luego.
“La verdadera tolerancia tiende de suyo a la comunión, y sólo surge cuando uno percibe la dignidad inrobable del prójimo y la diversidad como riquezas, cuando le reconoce al prójimo la misma dignidad sin uniformidad que a uno mismo y está dispuesto a comunicarle sus propias capacidades y dones”, destacó el Purpurado toledano.
obligado respeto a la conciencia y a las convicciones ajenas