Miles de fieles participaron en la Basílica de San Pedro de la Celebración Eucarística por la Solemnidad de Todos los Santos presidida por el Papa Benedicto XVI, quien en su homilía recordó que la santidad consiste en servir a Jesús escuchándolo y siguiéndolo sin perder el ánimo frente a los obstáculos que se puedan presentar.

“Es necesario simplemente ‘servir’ a Jesús, escucharlo y seguirlo sin perder el ánimo ante las dificultades”, fueron las palabras con las que el Santo Padre respondió a la pregunta "¿En qué consiste la santidad?".

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El Pontífice dijo que “los santos no son una exigua casta de electos, sino una muchedumbre sin número” en la que “no están solamente los santos oficialmente reconocidos sino también los bautizados de todo tiempo y nación que han buscado realizar con amor y fidelidad la voluntad divina”.

Asimismo destacó que aquello que los reúne “es la voluntad de encarnar en su existencia el Evangelio, bajo el impulso del eterno animador del Pueblo de Dios que es el Espíritu Santo”.

Citando a San Bernardo para responder a la pregunta sobre la utilidad de dar tributo a los santos dijo: “‘Nuestros santos no necesitan de nuestros honores y no reciben nada de nuestro culto. Por mi parte, debo confesar que, cuando pienso en los santos, siento arder por grandes deseos’. Este es el significado de la solemnidad de hoy: mirando el luminoso ejemplo de los santos, despertar en nosotros el gran deseo de la santidad. Todos estamos llamados a la santidad”.

“La experiencia de la Iglesia demuestra que toda forma de santidad, por más que sigan caminos diversos, pasa siempre por la vía de la cruz. Pero la historia muestra que no existe obstáculo y dificultad que pueda detener el camino del cristiano comprometido con los pasos de Cristo”, destacó el Papa.

También recordó que la verdadera felicidad consiste en estar cerca de Dios, pues “la única verdadera causa de tristeza y de infelicidad para el hombres es vivir lejos de Él”.

Más adelante indicó que Dios mismo “nos ha querido en el mundo para que seamos santos. Todo esto no nos debe enorgullecer ni puede hacer que nos consideremos superiores a los otros. Es más, la conciencia de tal elección, que está en la raíz de nuestro llamado a la santidad, debe suscitar sentimientos de humildad y de vivo reconocimiento”.

Reflexionando sobre el Evangelio de hoy, el Papa afirmó que “el camino que conduce a la santidad está esclarecido por la luz de las Bienaventuranzas”, con las que “Jesús nos alienta a seguirlo e imitarlo”.

“En la medida en que acojamos su propuesta y nos pongamos a seguirlo, también nosotros podremos participar de su beatitud. Con Él lo imposible se torna posible e incluso un camello pasa por el ojo de una aguja; con su ayuda, solo con su ayuda nos es dado llevar a ser perfectos como es perfecto el Padre celeste” concluyó el Pontífice.