El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, advirtió este sábado los serios peligros de la ideología del constructivismo, que debido a su carácter “profundamente ateo” niega la existencia de la naturaleza humana, y que aplicada al ámbito educativo, como en la nueva ley argentina de educación sexual, intentará “que los chicos ‘construyan’ su identidad de género”.

En el programa televisivo “Claves para un Mundo Mejor”, el Prelado explicó que “el constructivismo propone una manera de explicar el conocimiento humano, la conducta y las relaciones sociales” en la que “no existiría una naturaleza de la persona, de sus actos, en cuya proyección se funda el destino del hombre” y que por ello, “el criterio de la verdad sería simplemente la vigencia”, es decir, “lo que recibe en este momento la aprobación general, mayoritaria, lo que tiene vigencia por distintos motivos”.

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El Arzobispo dijo que “el constructivismo implica una negación de la naturaleza humana y por tanto una negación de lo que llamamos la ley natural” y “si no hay un orden natural, si no existe una naturaleza humana quiere decir que no hay un Creador. En definitiva, el constructivismo, llevado a sus últimas instancias, es profundamente ateo, tiene que ver con una concepción atea del hombre y de su destino en el mundo”.

En el ámbito educativo, continuó, tenemos “una aplicación concreta de la ideología constructivista” en la nueva “ley de educación sexual” en cuyos programas “se va a intentar que los chicos ‘construyan’ su identidad de género. Así se dice: construir la identidad de género”.

“Y esto quiere decir que no van a procurar que el nene se eduque como varón y la nena como mujer sino que se le va a enseñar que son posibles distintas opciones sexuales, distintos roles que es necesario respetar para no incurrir en la discriminación”, explicó.

Mons. Aguer llamó a “estar atentos a estas cosas, porque este lenguaje se va haciendo prácticamente universal”, pidió recordar siempre que “el hombre ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios y que no nos construimos a nosotros mismos desmontando nuestra realidad natural y armándola de nuevo según nuestras ocurrencias, los influjos del ambiente y la imposición de la ideología o de la moda, sino que vamos plasmando nuestra personalidad desplegando nuestras inclinaciones naturales y gracias a una educación objetiva que nos recuerda cuáles son aquellos valores fundamentales que fundan nuestra vocación y nuestro destino”.

“Por eso, es importante que la referencia a Dios no desaparezca del horizonte de la educación; de lo contrario, el hombre, con sus pretensiones de autoconstrucción, se encontrará como desnudo en un desierto, sin lugar y sin tiempo”, concluyó.