El Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa Savino, pidió junto con cientos de feligreses por la pronta beatificación del Venerable José Gregorio Hernández, y para que los venezolanos puedan vivir en fraternidad, justicia y paz.
"Este es un momento para renovar nuestra fe. Vamos a pedirle al Señor Jesucristo que nos conceda pronto la beatificación de José Gregorio Hernández y que nos conceda vivir siempre como hermanos en actitud de justicia, fraternidad y paz", expresó el Purpurado durante la Misa por el 142º aniversario del nacimiento del Venerable, realizada en la iglesia de La Candelaria, donde reposan los restos del laico.
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Indicó que "cuando venimos aquí para pedir por la beatificación, lo hacemos porque creemos que Dios es el autor de todos los dones" y "el único en cuyo nombre se puede obtener la felicidad y la salvación. No podemos esperar la felicidad y salvación de los ídolos, ni de los placeres, ni del dinero, ni de otros seres humanos".
Su vida
José Gregorio Hernández nació en una familia humilde el 26 de octubre de 1864 en el pueblo de Isnotú, estado de Trujillo, Venezuela. Fue el mayor de seis hermanos. Su madre falleció cuando él tenía ocho años.
José Gregorio fue enviado a estudiar a Caracas por recomendación de su maestro, Pedro Celestino Sánchez, quien descubrió las potencialidades del niño. Años después, luego de graduarse como médico, el Presidente de la República lo envió a la Universidad de París para desarrollar estudios en Microscopia, Histología Normal, Patología y Fisiología Experimental.
Tiempo después de ejercer la docencia y la medicina, decide hacerse monje de clausura, para lo cual viaja a Italia e ingresa a la Cartuja de Farneta en 1908 con el nombre de Hermano Marcelo. Pero se enferma y es enviado de regreso a Venezuela.
Ya en Caracas recibe permiso para ingresar al seminario "Santa Rosa de Lima", pero aún desea la vida de clausura. Viaja a Roma con su hermana Isolina con este fin, pero enferma de una afección pulmonar y se ve forzado a retornar a Venezuela, donde comprende que Dios no lo llama para la vida religiosa y que puede lograr la santidad siendo un laico ejemplar.
Durante años ejerce la medicina, dedicando dos horas diarias para atender a los pobres, hasta que el 29 de junio de 1919 es atropellado por un vehículo cuando cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana. Antes de morir recibió los santos auxilios.
Dada su fama de santidad, el Arzobispado de Caracas inició su causa de beatificación y canonización en 1948. El 16 de enero de 1986, el Papa Juan Pablo II declaró solemnemente sus virtudes heroicas, otorgándole el título de Venerable.