Al recibir hoy al nuevo Embajador de Bélgica ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI señaló que en las sociedades occidentales caracterizadas por el relativismo, la superabundancia de bienes de consumo y el subjetivismo, “el ser humano se enfrenta a una crisis de significado”, mientras “surgen  legislaciones que cuestionan el respeto de la vida humana”.

Refiriéndose a los retos que “conciernen al futuro del ser humano y a su identidad”, el Santo Padre afirmó que “los progresos inmensos de la técnica han revolucionado muchas prácticas en el ámbito de la ciencia médica, mientras que la liberalización de las costumbres ha relativizado normas que parecían intangibles”.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

“En las sociedades occidentales caracterizadas además por la superabundancia de bienes de consumo y por el subjetivismo, el ser humano se enfrenta a una crisis de significado”, mientras “surgen  legislaciones que cuestionan el respeto de la vida humana”, precisó ante el embajador Frank De Coninck.

Tras resaltar que la Iglesia recuerda con firmeza “su convicción a propósito del ser humano y de su destino prodigioso”, el Pontífice señaló que “cuando los obispos de Bélgica hablan a favor del desarrollo de los cuidados paliativos, con el fin de permitir que mueran con dignidad los que lo desean, o cuando intervienen en los debates de la sociedad, para recordar que existe ‘una frontera moral invisible ante la cual el progreso técnico debe inclinarse: la dignidad del hombre’, piensan en servir a toda la sociedad indicando las condiciones de un futuro verdadero de libertad y de dignidad para el hombre”. Así, el Papa invitó, junto con el Episcopado belga, a los legisladores a “que sopesen atentamente su responsabilidad y los retos de estas cuestiones".

Europa y las “grandes obras del planeta”

En otro momento de su alocución, Benedicto XVI se refirió al papel de Europa en la situación mundial actual, recordando primero que Bélgica fue parte activa desde el principio del “gran proyecto de construcción europea” y elogiando los logros alcanzados en ese ámbito en los últimos 50 años.

“El continente europeo encuentra poco a poco su unidad en la paz, y la Unión Europea ha pasado a ser una fuerza económica de primer orden, así como un signo de esperanza para muchos”, apuntó.

Asimismo, el Santo Padre dijo que frente a “las exigencias de la globalización de los intercambios y de la solidaridad entre los seres humanos”, Europa debe “continuar abriéndose y comprometiéndose en las grandes obras del planeta”. En primer lugar, "la cuestión de la paz y de la seguridad, la situación internacional debilitada por los conflictos, en particular en Oriente Medio y las situaciones siempre dramáticas en Tierra Santa, Líbano e Irak, así como en África y Asia”.

Diálogo entre culturas y religiones

Más adelante, refiriéndose a la unidad y diversidad que ha caracterizado a Bélgica, el Pontífice indicó que “la unidad de un país requiere por parte todos la voluntad de servir el interés común y de conocerse mejor gracias al diálogo y al enriquecimiento mutuo”.

“Hoy, la acogida de los emigrados cada vez más numerosos y la multiplicación sobre el mismo suelo de comunidades diferentes por su cultura de origen o su religión hacen absolutamente necesario, en nuestras sociedades, el diálogo entre las culturas y entre las religiones".

respetando las convicciones religiosas de cada uno y las exigencias legítimas de la vida social
política de inmigración que concilie los intereses del país de acogida y el necesario desarrollo de los países menos favorecidos