Ante miles de personas que se dieron cita esta mañana en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI rezó el Ángelus y recordó a los presentes que la misión debe ser animada por la caridad para no verse reducida a una mera actividad filantrópica y social.
Al introducir la oración mariana, el Santo Padre recordó la celebración de la “Jornada Misionera Mundial, instituida por el Papa Pío XI” y que este año lleva por tema: “La caridad, alma de la misión”.
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“La misión, si no es animada por el amor, se reduce a actividad filantrópica y social. La caridad que movió al Padre a enviar a su Hijo en el mundo, y al Hijo a ofrecerse por nosotros hasta la muerte de cruz, esa misma caridad ha sido versada por el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes”, dijo el Pontífice.
Asimismo invitó a que “cada bautizado, como sarmiento unido a la vid, pueda así cooperar en la misión de Jesús, que se resume en esto: llevar a todo persona la buena noticia que ‘Dios es amor’, y justamente por esto, quiere salvar al mundo”.
Afirmando que “cuando uno reza delante del crucifijo no se puede no experimentar dentro de sí el gozo de saberse amados y el deseo de amar y de hacerse instrumentos de misericordia y reconciliación”, Su Santidad recordó a san Francisco de Asís.
“La misión –prosiguió- parte siempre de un corazón transformado al amor de Dios, como testimonian innumerables historias de santos y mártires, que con modalidades diferentes han gastado su vida al servicio del Evangelio”.
Después de su alocución, Benedicto XVI rezó el Ángelus y saludó en diversas lenguas a los peregrinos presentes. Finalmente impartió la Bendición Apostólica.