En el discurso que pronunció hoy en Verona, el Papa Benedicto XVI precisó que la caridad cristiana que ofrece la Iglesia debe estar libre de ideologías o simpatías políticas.

El Pontífice recordó que “la Iglesia en Italia tiene una gran tradición de cercanía, ayuda y solidaridad con los necesitados, enfermos y marginados”.

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En este sentido, dijo que era “muy importante que todos estos testimonios de caridad se mantengan libres de insinuaciones ideológicas y de simpatías políticas. La acción práctica es importante, pero lo que más cuenta es nuestra participación personal en las necesidades y en los sufrimientos del prójimo”.

Previamente, el Papa aseguró que los católicos “estamos llamados a ser hombres y mujeres nuevos para ser testigos del Resucitado y de esa forma portadores de la alegría y la esperanza cristiana en el mundo y en concreto de la comunidad donde vivimos”.

Refiriéndose a la situación italiana, el Santo Padre afirmó que el país “se presenta como un terreno profundamente necesitado y al mismo tiempo favorable para ese testimonio”.

Exclusión de Dios

“Italia participa de la cultura predominante en Occidente según la cual sería racionalmente válido solo lo que se puede experimentar y calcular, mientras en el ámbito práctico la libertad individual se erige como un valor fundamental al cual se deben supeditar todos los demás. Dios se excluye así de la cultura y la vida pública y la fe en Él se hace más difícil porque vivimos en un mundo que se presenta como obra nuestra, en el que Dios no aparece directamente y se considera superfluo y ajeno", advirtió.

En este contexto, afirmó que “la ética se recluye en las fronteras del relativismo y el utilitarismo con la exclusión de cualquier principio moral que sea válido y vinculante de por sí. No es difícil ver como este tipo de cultura represente un tajo radical con las tradiciones morales y religiosas de la humanidad y no pueda establecer un verdadero diálogo con las demás culturas, en las cuales la dimensión religiosa está fuertemente presente”.

Proteger raíces cristianas

A pesar de ello, aseguró que en Italia “la Iglesia es una realidad muy viva, que conserva una presencia capilar entre la gente" y “las tradiciones cristianas siguen enraizadas”. No obstante, “se advierte la gravedad del peligro de separarse de las raíces cristianas de la civilización, incluso entre personas que no practican nuestra fe".

El Papa aclaró que “nuestra actitud no tendrá que ser la de un renunciatario replegarse sobre nosotros mismos”, sino la de “mantener vivo y si es posible incrementar nuestro dinamismo, la de abrirse con confianza a relaciones nuevas, sin dejar de lado energía alguna que pueda contribuir al crecimiento cultural y moral de Italia”.

“El cristianismo –subrayó el Papa– está abierto a todo cuanto es justo, verdadero y puro en las culturas y las civilizaciones. Los discípulos de Cristo reconocen por lo tanto y acogen de buen grado los valores auténticos de la cultura contemporánea, como los conocimientos científicos y el desarrollo tecnológico, los derechos humanos, la libertad religiosa y la democracia”. Pero, conscientes de “la fragilidad humana, no se olvidan de las tensiones interiores y las contradicciones de nuestra época. Por eso, la obra de evangelización no es una simple adaptación a las culturas, sino también y siempre una purificación que favorece la madurez y el saneamiento”.

El Pontífice dirigió estas palabras ante los participantes del IV Congreso Eclesial Italiano, cuyo lema es “Testigos de Jesús resucitado, esperanza del mundo”.