En la catequesis general celebrada esta mañana en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI reflexionó sobre la figura de Judas Iscariote y explicó que su papel negativo “se inserta también en el misterioso proyecto salvífico de Dios" que asume el “gesto inexcusable” de este apóstol “como ocasión de la entrega total del Hijo por la salvación del mundo”.

Durante la audiencia, en la que participaron unas 30 mil personas, el Santo Padre hizo notar que el nombre de Judas “aparece siempre el último en la lista de los Doce que recuerda su traición. En cambio, los evangelistas lo presentan como apóstol a todos los efectos".

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Preguntando por las razones de Jesús para elegir a este hombre y darle su confianza, además de por su misteriosa suerte eterna, el Pontífice aseguró que “no nos corresponde a nosotros juzgarle poniéndonos en el lugar de Dios, infinitamente misericordioso y justo".

Al abordar el tema del motivo de la traición a Jesús, el Pontífice recordó que “algunos hablan de la codicia, mientras otros sostienen una explicación de tipo mesiánico: la desilusión de Judas porque Jesús no incluía en su programa la liberación política y militar de su país".

Así, Benedicto XVI observó que los evangelistas explican esta traición “yendo más allá de los motivos históricos” y la atribuyen a la “libertad personal de Judas” como "una cesión a una tentación del Maligno”. “Jesús, invitándolo a seguirle por el camino de la bienaventuranza no forzaba su voluntad y respetaba su libertad humana. Efectivamente son muchas las posibilidades de perversión del corazón humano. El único modo de evitarlas consiste en entrar en plena comunión con Jesús”.

Al desentrañar el misterio del papel de Judas en el Plan salvífico de Dios para la humanidad, el Papa señaló que el arrepentimiento de este apóstol, que "degeneró en la desesperación y la autodestrucción", es para nosotros "una invitación a no desesperar nunca de la misericordia divina".

Al respecto, afirmó que “el papel negativo de Judas se inserta también en el misterioso proyecto salvífico de Dios", que "asume el gesto inexcusable” de este hombre “como ocasión de la entrega total del Hijo por la redención del mundo”.

En el contexto, Benedicto XVI señaló que “después de la Pascua, Matías fue elegido para ocupar el lugar de Judas. De él sólo sabemos que fue testigo de la historia terrena de Jesús, permaneciendo fiel hasta el fin" y  "compensando la traición de Judas".

“Es una última lección: si incluso en la Iglesia no faltan cristianos indignos y traidores, cada uno de nosotros debe servir de contrapeso al mal que han hecho con nuestro testimonio de Jesús", concluyó.