Esta mañana el Papa Benedicto XVI canonizó a cuatro beatos en el marco de la Sagrada Eucaristía celebrada en la Plaza de San Pedro y exhortó a los miles de peregrinos que se dieron cita a vivir respondiendo con gozo y generosidad al llamado de Cristo como lo hacen los santos.

El Pontífice inició su homilía presentando a los cuatro beatos: Rafael Guízar Valencia, Felipe Smaldone, Teodora Guérin y Rosa Venerini. "Sus nombres serán recordados por siempre”, dijo.

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Meditando en el evangelio de la liturgia de este domingo, el Santo Padre meditó en la figura del joven rico. “Este joven ha permanecido en el anonimato; si hubiera respondido positivamente a la invitación de Jesús, hubiera sido su discípulo y probablemente los Evangelistas hubieran registrado su nombre”.

“Si el hombre pone su seguridad en las riquezas de este mundo –continuó–, no alcanza el sentido pleno de la vida y del verdadero gozo; si en cambio, confiando en la Palabra de Dios, renuncia a sí mismo y a sus bienes para el Reino del cielo, aparentemente, pierde mucho, pero en realidad gana todo”.

Asimismo habló sobre la persona del santo, como aquel que “es justamente aquel hombre o mujer que, respondiendo con gozo y generosidad al llamado de Cristo, deja todo por seguirlo”.

El Pontífice recordó a todos los presentes que “Jesús puede garantizar verdaderamente una existencia feliz y la vida eterna, pero por un camino diverso de aquel que imaginaba el joven rico: es decir, no mediante una obra buena, una prestación legal, sino por la opción del Reino de Dios cual ‘perla preciosa’ por la cual vale la pena vender todo aquello que se posee”.

“El joven rico no consigue dar este paso. No obstante fue alcanzado por la mirada plena de amor de Jesús, su corazón no ha conseguido separarse de los muchos bienes que poseía”, afirmó.

Más adelante también dijo que “las riquezas terrenas ocupan y preocupan la mente y el corazón. Jesús no dice que sean malas, sino que alejan de Dios si no son, por así decirlo, ‘investidas’ por el Reino de los cielos, usadas para salir en ayuda de quien está en la pobreza”.

Primer santo obispo americano

Más adelante el Pontífice meditó sobre la vida y el testimonio de cada uno de los nuevos santos, destacando primero “la figura de San Rafael Guízar Valencia, Obispo de Veracruz, en la querida nación mexicana” quien fue ejemplo de “quien lo ha dejado todo para ‘seguir a Jesús’. Este Santo fue fiel a la palabra divina, ‘viva y eficaz’, que penetra en lo más hondo del espíritu”.

El primer obispo santo nacido en el continente americano, “imitando a Cristo pobre se desprendió de sus bienes y nunca aceptó regalos de los poderosos, o bien los daba enseguida. Por ello recibió ‘cien veces más’ y pudo ayudar a los pobres, incluso en medio depersecuciones’ sin tregua”.

“En su ministerio episcopal –prosiguió– fue un incansable predicador de misiones populares, el modo más adecuado entonces para evangelizar a las gentes. Siendo una de sus prioridades la formación de los sacerdotes, reconstruyó el seminario, que consideraba ‘la pupila de sus ojos’”.

Testimonios de caridad

A continuación se refirió al santo italiano Felipe Smaldone, quien “supo transformar en su vida las mejores virtudes propias de su tierra. Sacerdote de corazón grande, nutrido de constante oración y de adoración eucarística, fue sobre todo testimonio y siervo de la caridad, que manifestaba en modo inminente en el servicio a los pobres, en particular a los sordomudos, a los cuales se dedicó con todo su ser”.

Hizo también referencia a la Congregación de las Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones, fundada por él y que “prosigue la obra que él inició y que está difundida en diversas partes de Italia y el mundo”.

“San Felipe Smaldone veía en los sordomudos la imagen de Jesús. Recojamos de su ejemplo la invitación a considerar siempre indisoluble el amor por la Eucaristía y el amor por el prójimo. Es más, la verdadera capacidad de amar a los hermanos nos puede venir solamente del encuentro con el Señor en el sacramento de la Eucaristía”, concluyó el Papa su alocución sobre el nuevo santo italiano.

Más adelante le tocó el turno a Santa Rosa Venerini, “otro ejemplo de fiel discípula de Cristo, lista par abandonar todo para realizar la voluntad de Dios. De su abandono en Dios, surgía la actividad que realizaba con valor a favor de la elevación espiritual y de la auténtica emancipación de las jóvenes mujeres de su tiempo”.

“Su mismo estilo apostólico continúa caracterizando la vida de la Congregación de las Maestras Pías Veneritas, por ella fundada”, agregó.

Finalmente habló de Santa Teodora Guérin, quien hizo vida las palabras de Jesús al joven rico. “Entró en la Congregación de las Hermanas de la Providencia en 1823. Con gran confianza en la Divina Providencia Madre Teodora superó muchos desafíos y perseveró en el trabajo que el Señor la había llamado a desarrollar”.

El Pontífice concluyó su homilía invitando a todos a “agradecer a Dios por el don de la santidad. Jesús también nos invita, como a estos Santos, a seguirlo para tener como herencia la vida eterna. Que su ejemplar testimonio ilumine y aliente especialmente a los jóvenes, para que se dejen conquistar por Cristo, por su mirada llena de amor”.