El Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, presidirá el sábado en la localidad de Benissa, la apertura del proceso de canonización de fray Humilde Soria Pons, un padre de diez hijos que ingresó a la orden franciscana tras enviudar.
Según informa la Agencia AVAN, durante la ceremonia que se llevará a cabo en la iglesia de la Purísima Concepción a las 19:00 horas, el Prelado nombrará al tribunal que instruirá el proceso y la comisión de peritos historiadores, que recogerán "toda la documentación y testimonios existentes sobre fray Humilde", según explicó Ramón Fita, delegado diocesano para la Causa de los Santos.
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La apertura del proceso la impulsan desde hace años los propios vecinos de Oliva, su localidad natal, y de Benissa, donde murió y está enterrado, así como de otras poblaciones cercanas, donde fray Humilde "goza de fama de santidad e incluso tiene dedicadas calles y monumentos".
El fraile franciscano nació el 9 de enero de 1844 en Oliva, "trabajó sus propias tierras como campesino y se casó con Vicenta Catalá, con quien tuvo diez hijos, de los que nueve murieron a temprana edad". El otro hijo "ingresó en los franciscanos y marchó como misionero a América".
En Oliva los vecinos "consideraban que los esposos eran excelentes ciudadanos" y que en su hogar "se vivían las virtudes cristianas ejemplarmente". El matrimonio perteneció a diversos movimientos parroquiales y a los terciarios franciscanos.
Fallecida su mujer en 1885 y "trascurrido un tiempo desde que su hijo ingresara en el seminario franciscano de Nuestra Señora de Regla de Chipiona" (Cádiz), Humilde Soria inició, en 1887, el postulantado de los franciscanos de Santo Espíritu del Monte, en la localidad valenciana de Gilet.
Posteriormente, formó parte de la primera comunidad del convento franciscano de Ontinyent. Tras ello, "tomó el hábito franciscano" en 1890 en Gilet, a la edad de 46 años, y un año después realizó su profesión simple.
Después, fue destinado a la casa de formación de Benigànim, donde fue "el ejemplo para muchos clérigos estudiantes", así como a la comunidad franciscana de Benissa, donde desempeñó "todos los modestos servicios hasta el día de su fallecimiento", el 26 de febrero de 1905, a los 61 años.
En el momento de su muerte, el fraile "ya tenía fama de santidad, no sólo entre los franciscanos, sino sobre todo entre los vecinos de Benissa y Oliva, que recordaban sus constantes obras de caridad, le atribuían hechos prodigiosos e incluso le llamaban ‘el fraile santo’ o ‘el fraile que hace milagros’".