Miles de fieles se dieron cita esta mañana en la Plaza de San Pedro para participar de la Audiencia General con el Papa Benedicto XVI, quien reflexionando en torno a la figura del Apóstol Tomás exhortó a perseverar siempre en el camino de adhesión al Señor Jesús.

En la catequesis de hoy el Santo Padre destacó tres aspectos del Apóstol Tomás: “nos conforta en nuestras inseguridades; nos demuestra que toda duda puede arribar a un éxito luminoso más allá de toda incertidumbre; las palabras por él dirigidas a Jesús nos recuerdan el verdadero sentido de la fe madura y nos alientan a proseguir, no obstante las dificultades, en nuestra camino de adhesión a Él”.

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El Pontífice recordó cuatro pasajes de la vida del Apóstol: “La primera, cuando Jesús, en un momento crítico de su vida, decide ir a Betania para resucitar a Lázaro. En aquella ocasión Tomás dice a los discípulos: ‘Vayamos también nosotros a morir con Él’”.

Para el Papa “esta determinación en seguir al Maestro es verdaderamente ejemplar y nos ofrece una preciosa enseñanza: revela la total disponibilidad en adherirse a Jesús, al punto de identificar la propia suerte con la Suya y querer compartir con Él la prueba suprema de la muerte”.

“En efecto –continuó– la cosa más importante es no separarse jamás de Jesús. La vida cristiana se define como una vida con Jesucristo, una vida a ser transcurrida con Él”.

El segundo momento del que hizo mención el Pontífice fue la Última Cena, cuando Tomás dice: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” El Papa afirmó que Tomás “se pone a un nivel de comprensión bajo; pero sus palabras conceden a Jesús la ocasión para pronunciar la célebre definición: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’”.

Asimismo afirmó que tal “pregunta nos concede también a nosotros el derecho, por así decir, de pedir explicaciones a Jesús. En tal modo expresamos la poquedad de nuestra capacidad de comprender, al mismo tiempo nos ponemos en la actitud confiada de quien espera luz y fuerza de quien está en capacidad de donarla”.

La tercera escena propuesta por el Papa fue la de Tomás incrédulo: “Tomás sostiene que signos calificadores de la identidad de Jesús son sobre todo sus llagas, en las cuales se revela hasta que punto Él nos ha amado”. Y tras ver al Maestro delante suyo, “Tomás reacciona con la más espléndida profesión de todo el Nuevo Testamento: ‘¡Señor mío y Dios mío!’”.

Seguidamente Benedicto XVI citó un comentario de San Agustín al Evangelio de Juan, donde el Obispo de Hipona hace ver que “Tomás veía y tocaba al hombre, pero confesaba su fe en Dios, que no veía ni tocaba. Pero cuanto veía y tocaba lo inducía a creer en aquello de lo que hasta aquel momento había dudado”.

Deteniéndose aún sobre esta escena, el Papa hizo notar como las palabras de Jesús: “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído”, enuncian “un principio fundamental para los cristianos que vendrán después de Tomás, y por lo tanto para todos nosotros”.

Finalmente el Santo Padre citó la cuarta escena, que “presenta a Tomás como testigo del Resucitado en el sucesivo momento de la pesca milagrosa”, y recordando que la evangelización de Siria y Persia fue llevada a cabo por él, pidió para que “el ejemplo de éste corrobore siempre más nuestra fe en Jesucristo, nuestro Señor y nuestro Dios”.

Terminada la catequesis y el resumen de la misma en diversos idiomas, Benedicto XVI entonó el Pater Noster e impartió su Bendición Apostólica.