El Arzobispo de Piura y Tumbes, Mons. José Antonio Eguren, recordó a sus feligreses que "no hay mayor irresponsabilidad para los tiempos que nos han tocado vivir que no aspirar responsablemente" a la santidad.

En su primera carta pastoral como Arzobispo local, Mons. Eguren reflexionó sobre las implicancias del mes de octubre, marcado en Perú por profundas devociones cristianas. Mientras en Lima y todo el Perú se celebra al Señor de los Milagros, en su jurisdicción miles peregrinan al santuario del Señor Cautivo de Ayabaca.

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El Arzobispo precisó que la devoción sincera a estas advocaciones cristológicas "debe impulsarnos a una intensa vivencia de la santidad, exigencia de nuestro bautismo y por tanto vocación de todo cristiano sin excepción, en su particular vocación y estado de vida".

"Por ello octubre -agregó- es tiempo propicio para ‘proponer de nuevo a todos con convicción este alto grado de la vida cristiana ordinaria’ , que es la santidad, concientes de que no sólo no hay mayor tristeza que la de no ser santos, sino que no hay mayor irresponsabilidad para los tiempos que nos han tocado vivir que no aspirar responsablemente a ella".

Según el Arzobispo octubre es "un mes lleno de religiosidad y de fervor católico para nuestro pueblo". "Surgen en nosotros de manera espontánea algunas preguntas: ¿Por qué miles de hermanos nuestros peregrinan cada año en Octubre desde nuestras diversas ciudades y caseríos, durante varios días en actitud de penitencia y mortificación para visitar al Señor Cautivo? ¿Por qué este anhelo de ir a su encuentro? ¿Por qué otros tantos querrán encontrarse con Cristo a través de la Sagrada Imagen del Señor de los Milagros y lo acompañarán por largos momentos en la procesión?", cuestionó.

"La razón es porque el Señor Jesús es la respuesta definitiva a la pregunta sobre el sentido de la vida y a los interrogantes fundamentales que inquietan a tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo . Él y sólo Él, es el camino a seguir para llegar a la plena realización personal, que culmina en el encuentro definitivo y eterno con Dios", recordó.

Mons. Eguren precisó que "la importancia de esta enseñanza es decisiva, ya que la felicidad que buscamos, la felicidad que tenemos derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret. Sólo Él da plenitud de vida a la humanidad".

Ir en búsqueda de Cristo, explicó, exige santidad, conversión, apostolado y caridad.

"Las devociones al Señor Cautivo y al Señor de los Milagros tienen como su color característico el color morado, color que expresa la necesidad de la conversión", señaló y destacó que ésta "además de ser un cambio de mentalidad o pensar para actuar con los criterios evangélicos, es un cambio que se dirige a la persona entera, es decir a su mente, corazón y acción".

Asimismo, señaló que la conversión necesita el auxilio de la gracia y ésta se obtiene a través de los sacramentos. "De ahí la importancia de la participación activa y consciente en la celebración de la Santa Misa, de manera especial en el Día del Señor, el día Domingo, celebración semanal de la Pascua, así como el recurso frecuente al sacramento de la Confesión también llamado de la Reconciliación".

También sugirió las Visitas al Santísimo Sacramento, "la oración personal y comunitaria; la meditación de la Sagrada Escritura, leída siempre en sintonía con la Tradición de la Iglesia; y el rezo diario del Santo Rosario, entre otros medios espirituales. No hay que olvidar que octubre es también el mes del Rosario, y por tanto tiempo privilegiado para recuperar y promover esta maravillosa oración en la familia y en nuestras comunidades", agregó.

Mons. Eguren también alentó a los feligreses a entender el apostolado como un "ir al encuentro de la persona del hermano, en su realidad concreta, respetando siempre su libertad, para compartir con él la mayor riqueza que poseemos: la fe, anunciándole al Señor Jesús, Reconciliador de la humanidad, como el único capaz de satisfacer su sed de felicidad y plenitud".

Este apostolado, agregó, se puede desarrollar en la familia, la juventud, la educación, la cultura, el mundo del trabajo, la defensa de la vida, los medios de comunicación social y la religiosidad popular, "que es la expresión digna y tradicional del catolicismo de nuestro pueblo, y que si bien es cierto debe ser purificada en algunas manifestaciones que contradicen el sentido principal de la fiesta que es la de honrar a Dios y vivir con coherencia el compromiso cristiano, por su capacidad de congregar muchedumbres es ocasión privilegiada para que el mensaje del Evangelio llegue al corazón de las multitudes".

Finalmente, explicó que "la búsqueda y el encuentro con Jesús, nos debe impulsar a una vivencia intensa de la caridad, al deseo de comprometernos fraterna y solidariamente con toda persona humana".

"Hoy hay que decirlo con claridad, para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia", señaló.

Mons. Eguren manifestó que "es bueno recordar que sólo surgirá una Piura y un Tumbes nuevos, sólo surgirá el Perú nuevo que todos anhelamos, si hay piuranos y tumbesinos nuevos, con el sincero y exigente esfuerzo de ser mejores cristianos, en todo semejantes a Cristo, el Hombre nuevo y perfecto".