El Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, dijo que la ejecución este jueves en Indonesia de tres católicos es "una noticia triste y dolorosa”.
“Cada vez que se aplica la pena de muerte se trata de una derrota para la humanidad”, dijo el vocero vaticano al ser notificado de la ejecución de Fabianus Tibo (60 años), Domingus da Silva (42), y Marinus Riwa (48).
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Los tres campesinos fueron acusados de tener responsabilidad en la masacre de dos centenares de musulmanes ocurrida hace seis años, pero siempre negaron los cargos que les imputaron.
Asimismo, el P. Lombardi lamentó los infructuosos esfuerzos del Papa Benedicto XVI y de diversas organizaciones a nivel mundial que buscaron salvar la vida de los tres indonesios fusilados ayer en Palú, en las Islas Célebes.
La localidad de Poso, en la parte central de las islas Sulawesi, fue escenario entre 1998 y 2001 de sangrientos enfrentamientos entre cristianos y musulmanes, en los que perdieron la vida más de dos mil personas.
Los abogados y diversas organizaciones de defensoras de los derechos humanos han cuestionado la decisión de la justicia indonesia argumentando que nunca fueron presentadas pruebas contundentes de que los tres condenados fueran los autores intelectuales de la masacre. Pese a ello, miles de musulmanes se manifestaron pidiendo la aplicación de la pena capital de los acusados desde agosto. Sólo unos pocos musulmanes han sido condenados por estos incidentes, todos ellos a penas de máximo 15 años de cárcel.
Tras la ejecución, violentos disturbios han sido protagonizados por cientos de manifestantes, acciones que han cobrado hasta el momento la vida de al menos tres personas, según fuentes de la policía local.
El jefe de la Policía de Poso, Rudy Sufahriyadi, informó que los manifestantes lanzaron piedras contra automóviles y puestos policiales en diversas localidades de la zona. Unos cuatro mil policías y militares han sido desplegados en la región para controlar los disturbios.
En la provincia de Timor Oriental, unos mil manifestantes bloquearon las calles de la ciudad de Atambua, ciudad natal de uno de los tres ejecutados, y lanzaron piedras contra la Fiscalía.