El 24 de agosto de 2006, después de una larga y penosa enfermedad, falleció en Madrid, a los 47 años, José María Baamonde, fundador y presidente de la Fundación S.P.E.S (Servicio para el esclarecimiento en Sectas), uno de los expertos en sectas más importantes del continente.
Baamonde nació en Buenos Aires en 1959. Licenciado en psicología, se especializó en el fenómeno de las sectas, desde la investigación hasta el abordaje terapéutico de ex adeptos. Ha ofrecido un sinnúmero de cursos, conferencias y publicaciones en su país y en el extranjero.
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Hace unos meses, Baamonde concedió una interesante entrevista a ACI Prensa que reproducimos a continuación:
ACI: ¿Cuál es el principal desafío que plantean las sectas a la Iglesia Católica?
JMB: Inicialmente se puede decir que el desafío que plantean las sectas no es distinto al que plantean otras problemáticas en relación a la Iglesia, y éste no es otro que el del anuncio constante de la Buena Nueva, es decir la evangelización.
Claro que esta respuesta que parece sencilla, implica varias cuestiones más que no tienen nada de sencillas, como ser la implementación de planes pastorales realistas y escalonados; una revisión constante de los planes catequéticos y formativos y no sólo en colegios, sino también en seminarios y universidades; una visión de la parroquia no como una estancia inmóvil y a la espera de “clientes”, sino como una punta de lanza que sale en busca del mundo, porque tiene algo importante que transmitir; la promoción de un mayor espíritu eclesial para facilitar el trabajo conjunto y coordinado entre diversos grupos laicales, y un largo e inagotable etcétera que abarca desde los aspectos más altos de la estructura, hasta los más pequeños, como ser el constante esfuerzo de cada uno de nosotros por ser coherentes en nuestra vida, brindando un sincero testimonio en lo cotidiano.
ACI: ¿Cómo podríamos describir una secta? ¿Qué es propiamente una secta?
JMB: Son muchísimas las características que describen a una secta, como así también las posibles definiciones. Y este es uno de los primeros problemas con que nos enfrentamos al tratar este fenómeno, ya que no se ha logrado aún una definición que deje conforme a todos los estudiosos, o que pueda abarcar a todos los grupos que van surgiendo día a día, pues su variedad es abrumadora.
Asimismo, al ser la mayoría de las definiciones que se suelen utilizar, de carácter descriptivo, ninguna llega a abarcar a un fenómeno tan amplio y cambiante. De todos modos podemos citar dos tipos de definiciones.
La primera de ellas, es una de las más utilizadas por aquellos que hacen hincapié en los aspectos seculares de estos grupos, descuidando el aspecto religioso y es la elaborada en el congreso de Wisconsin en 1985, que las define como “Movimientos totalitarios que pueden presentarse bajo las formas de entidad religiosa, asociación cultural, centro científico o grupo terapéutico, que utiliza técnicas de persuasión coercitiva para que todos los miembros pierdan su identidad y dependan del grupo, abandonando su entorno familiar y social”.
Otras , en cambio, acentúan más el aspecto religioso, definiéndolas como “Grupos que por lo general se han escindido de otro movimiento, conformándose como tales en tiempos relativamente recientes y destacando algún aspecto particular de la doctrina sostenida anteriormente o interpretando distintivamente el sistema de creencias del cual surgieron; creyéndose a su vez como únicos depositarios de la verdad absoluta, lo cual como consecuencia, dificulta en la mayoría de los casos, el logro de un diálogo con otras creencias”.
Ambas destacan dos aspectos que creo fundamentales a la hora de describir o definir una secta. La primera de las definiciones resalta el aspecto de la privación de la libertad, mientras que la segunda, el medir el todo desde la parte, es decir todo lo contrario al sentido de catolicidad, donde el todo está también en la parte.
ACI: ¿Cómo puede un padre de familia o un joven identificar un movimiento sectario?
JMB: En ocasiones es algo difícil, porque una de las características de las sectas es lo que se conoce como proselitismo engañoso, es decir el intento de captar adeptos engañándolos y no revelando los verdaderos fines del grupo. Sus verdaderos objetivos suelen ser develados paulatinamente, a medida que la persona fortalece los vínculos con el grupo y los debilita con su entorno social o familiar. Otro elemento que a veces dificulta su identificación consiste en que muchas sectas ocultan en un principio la cuestión religiosa, presentándose como asociaciones civiles, fundaciones, institutos educativos, o incluso grupos terapéuticos.
De todos modos si en un primer contacto observamos una afectividad desmedida, un intento obstinado por contagiarnos un entusiasmo exagerado, insistencia para que aceptemos invitaciones a cursos, charlas o conferencias, y propuestas de tipo mágica como que si asistimos a sus programas solucionaremos automáticamente tal o cual problema, muy posiblemente nos encontremos frente a una secta.
De ahí la importancia, y en razón del gran numero y diversos tipos de grupos, de cerciorarse previamente a aceptar cualquier invitación de esta clase. Y nunca dejar de preguntar por la organización, sus antecedentes, trayectoria institucional, fuentes de información sobre el grupo pero de origen distinto al mismo, etc.
En términos generales las sectas suelen retacear información de este tipo, por lo que ya el mismo retaceo a preguntas tan legítimas, sería una razón seria de sospecha.
ACI: Algunos sectores secularistas identifican a muchos nuevos movimientos eclesiales con sectas, ¿cuán legítimo es esto?
JMB: Existen ciertos de estudiosos del tema, generalmente vinculados a lo que se conoce como movimientos Anti Culto, para los que la categorización de secta, sería una cuestión de graduación. Impregnados de cierta visión secularista tienden a considerar que un compromiso profundo con la fe, que implique ser un signo de contradicción en esta sociedad esquizofrénica, podría revestir cierta connotación sectaria.
Es cierto también que, al no contarse aún con una definición satisfactoria del término secta y al ser la mayoría de estas de carácter fenomenológico, puede llevar a la confusión a muchos para diferenciar entre una secta y la posible actitud sectaria.
Una de las tantas consecuencias de la naturaleza caída del hombre, es que virtualmente todos podamos incurrir en una actitud sectaria, y no sólo en lo religioso, sino en lo social, político y hasta deportivo. Por ello no se niega, como bien lo ha hecho notar el documento del Secretariado para la Unidad de los Cristianos de 1986, Sectas y Nuevos Movimientos Religiosos, Desafíos Pastorales, que eventualmente un movimiento eclesial o, lo que es más frecuente, que algunos integrantes de algún movimiento eclesial puedan registrar una actitud sectaria.
Lo que hay que destacar en caso de darse una situación de estas, es que dicha actitud sectaria es la excepción, que no está promovida por la Iglesia y que la misma Iglesia cuenta con los mecanismos necesarios para corregir dicho exceso. En las sectas, en cambio, la actitud sectaria es ontológica, permanente e institucional.
ACI: Junto al tema de las sectas ha surgido todo un mercado de "expertos desprogramadores" y otros. ¿Cómo distinguir los falsos de los verdaderos?
JMB: Más importante que distinguir entre un falso o verdadero desprogramador, es tener en cuenta que la desprogramación es algo que no debería realizarse nunca. Se entiende por desprogramación el retener en contra de su voluntad a un afectado por el fenómeno de las sectas, forzándolo a considerar material crítico sobre el movimiento, hasta lograr un quiebre en sus posturas.
Dicha actividad no sólo es contraria a toda ética, sino que incluso podría incurrir en un delito como el de privación de la libertad, además de contar con serios riesgo de producir daños de orden físico y psíquico.
Para ayudar a personas que se encuentran vinculadas con sectas existen otros caminos y gran parte del trabajo inicial, se efectúa a través de sus familiares más cercanos.
Los primeros pasos consisten en fortalecer los vínculos con la persona afectada e incrementar el diálogo, no sólo en frecuencia, sino sobre todo en intimidad y profundidad. De esta manera se podrá saber cuáles fueron las verdaderas motivaciones que lo llevaron a ingresar al movimiento en cuestión.
Generalmente se verá que dichas motivaciones, poco tienen que ver con el verdadero carácter del grupo al que ha ingresado, lo que posibilitará el inicio de todo un procesos de reflexión y discernimiento, que lo ayudará a reevaluar la conveniencia de su adhesión.
Suelen ser procesos de mediana a larga duración y que implicará que tanto el sujeto como sus familiares, vayan asumiendo un compromiso y responsabilidad progresivas, lo cual en ciertas ocasiones no es fácil. Esto hace que frente a la ansiedad y la búsqueda de soluciones rápidas y sin un real compromiso, todavía haya quienes recurran a la desprogramación.